Bombardeo aliado, negociación atlántica y "líneas rojas"

Dos noticias concentraron los últimos dias la atención mediática sobre Oriente Medio, amén del drama en Gaza: el bombardeo de EU, Francia y Reino Unido contra el arsenal químico de Siria, y la amenaza del presidente Donald Trump de terminar en mayo con el acuerdo nuclear con Irán firmado en julio de 2015. Ambas circunstancias tienen una significación no tan obvia: la línea roja que proponen los países de la OTAN y que, de cruzarse, activa un medio de contención para prevenir, se dice, la masacre o la carrera armamentista. Cuando se usaron armas químicas en Siria 2013, esas líneas claramente franqueadas no activaron la respuesta anunciada. En 2018, la intención de las potencias occidentales ha sido reforzar una norma internacional sobre el uso inaceptable de las armas químicas (para evitar que se usen contra occidentales) y sobre todo para mostrar poder. El objetivo de proteger de atrocidades a los sirios resulta secundario. En Francia, los parlamentarios debatieron tarde sobre la legalidad de la intervención. En Londres, el entusiasmo parlamentario pareció deberse al deseo de vengarse de Rusia (aliado de Siria) por el envenenamiento de los Skripal. Más de medio millón de sirios han sido asesinados desde 2011, en su mayoría mediante armas convencionales, no químicas. Hay 5.6 millones de refugiados y más de 6 millones de desplazados al interior. Los sirios han propuesto alternativas a la intervención extranjera, sin éxito.   El 12 de mayo vence el plazo para renovar el pacto nuclear con Irán, firmado por los 5 miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, más Alemania y la Unión Europea en 2015. EU quiere cancelar el acuerdo alegando que no ha frenado la escalada balística ni la inestabilidad regional. Los europeos se oponen, con Francia a la cabeza, pero secundaron el bombardeo reciente contra el régimen de Al-Asad. El presidente francés Emmanuel Macron, de visita en EU, espera influir en Trump para evitar que rompa con Irán, aunque no se trata de una línea roja que EU deba respetar a riesgo de afectar la alianza atlántica. Pero enfrentan una escena compleja, pues el dirigente joven preferido de Trump es el príncipe heredero saudí, Ben Salman, que desde 2015 concentra el poder de manera inédita en la historia de Arabia Saudí, ha replanteado el combate a Irán de manera agresiva y asertiva: como su intervención en Yemen y Líbano, su acercamiento sin complejos a Israel y con EU. Trump –que probablemente recibió dinero saudí, y no sólo emiratí, para su campaña electoral– es visto como una solución para los gobernantes saudíes luego del escollo al que los había orillado Barack Obama con su tentativa de contener a Irán mediante el diálogo.   Ambos temas llevan a reflexionar sobre los vaivenes en las relaciones Europa-EU y sus consecuencias; también para comprender el sentido de imponer líneas rojas, pero como estrategias de contención y oportunidad, no como consignas momentáneas e inconsistentes que discrepan con la dramática realidad humanitaria y política de Siria y otros países de OM de la cual las potencias son en buena medida responsables.             *Investigadora de El Colmex