Algo en lo que debemos detenernos es en la manera que abordamos los problemas del país; bueno, más que eso ¡las soluciones!
He venido sintiendo en la piel infinidad de respuestas a mis propuestas sobre la necesidad de pensar “fuera de la caja”, a fin de dar pasos más largos, que acorten los plazos para llegar a escenarios diferentes a los que dominan nuestra –a veces triste– realidad.
Muchos ciudadanos se basan en las limitaciones que nos agobian, en lugar de palpar nuestros enormes y aprovechables alcances.
Hace unos días, estando aquí en Europa, observaba que cualquier austriaco habla tres o cuatro idiomas. Me comentaban, con gran naturalidad y en un fluido español, que lo aprendieron en la escuela.
Cuando hablé de la impostergable necesidad de hacer maestros políglotas para el sistema educativo, ¡casi me comen vivo en las redes sociales!, al argumentar mis “comparaciones fuera de lugar”:
“La realidad de Europa, es totalmente diferente a la nuestra”. “Que como son países pequeños, están entrelazadas sus culturas.” “Que los maestros en México ganan una bicoca”. “Que si me estaba pronunciando en contra del magisterio nacional...”
Otros, calificaban mi “ilusa” pretensión o lo ofensivo que resultaba la intención de hacer un pueblo políglota. No faltó el que de plano se pronunció por expandir los alcances del zapoteco, náhuatl o la maya, en un concepto pluriétnico, que afianzara nuestra identidad nacional. Algo así como si en Irlanda se volviera al celta.
Y como ese ejemplo... Infraestructura, condiciones laborales, justicia, salud, estado de derecho y hasta derechos humanos.
Los caminos al bienestar están marcados de manera diferenciada. Se rechaza –de entrada– un piso parejo para el país.
“Austria no es México”. “Alemania está muy lejos”. Holanda: “¡que no fue penal!” y los complejos subsecuentes.
Todo pensamiento parte por lo limitado. Por lo que me pregunto: ¿Dónde radica la grandeza? ¿Qué debe tenerse o no, para pensar en lo supuestamente imposible?
¿Hay ataduras, así de duras?
Acabamos de ver el debate de candidatos a la Presidencia. Nada diferente.
Lejos de analizar las propuestas para salir del insoportable ciclo de nuestros vicios retrógrados, las ideas manidas marcaron el ritmo.
Ese paso inercial de “pensamiento”: lento, flojo, ambiguo, gris... eso sí, cauteloso.
La idea no es trascender fronteras. La idea es que no hay idea. ¡Con no cometer errores muy visibles, se estará a salvo!
No me gusta cómo pensamos. Dicho de otra manera: no me gusta que no pensemos.
Hacer escenarios futuros. Proyectos de bienestar. Romper con un sistema agotado. Embellecer a México. Dignificar la vida de la gente. Hacer funcionar lo que está diseñado para que no funcione. Proponer con autoridad, a una autoridad digna del respeto de la sociedad. Reinventarnos, no está en el manual de nuestro porvenir.
Partamos de la base que hay mucha ignorancia. La hay en todos los pueblos ¡lo acuciante es el promedio! Y esto nos debe llevar al primer paso que despegue a México de tanta indolencia: invirtamos en el recurso humano.
Me permito sugerir ésta, como la fórmula para dominar variables de un futuro incierto: Todo el recurso posible, destinémoslo a educar. Educar, educar... educar.
¡Lo demás será resuelto por su beneficiario!
*Periodisa, ex aspirante a candidato presidencial independiente
@PEDROFERRIZ