Las reformas al sistema de pensiones no han sido la mejor receta para la estabilidad interna en América Latina. Cuando han sido para mejorar, cuando el estado de bienestar se consolidaba, contribuían a la paz interna y en muchas ocasiones a la reconciliación.
América Latina ha sido testigo de ambos procesos y de un tiempo para acá ha sido la segunda opción la que ha predominado. En la Nicaragua de los últimos días ha vuelto a aparecer la contradicción.
La iniciativa gubernamental, hoy revocada, de aumento en las contribuciones a las pensiones en un entorno de desigualdad, ha sacado a la calle a los actores afectados, como en el resto de América Latina y Europa. La confrontación social durante la última semana por el anuncio de la reforma al sistema de bienestar resultó en violencia, más de 25 muertos que incluyen jóvenes manifestantes, un comunicador y un policía, además de una cantidad de heridos que ha preocupado a la comunidad internacional.
La tensión se genera ante un decreto que involucra a los poderes Ejecutivo y Legislativo. Hasta ahora, los mecanismos de diálogo político-social y la gobernanza parlamentaria no han alcanzado a resolver políticamente un problema de la política pública que involucra a las actuales generaciones, y sus compromisos respecto al futuro.
No hace mucho en Grecia se vivió una situación similar por los anuncios de reforma del sistema de pensiones, ante la que el Ejecutivo y el Parlamento que derivan de modelos de tributación y pensión tuvieron que ser revisados desde nuevos ángulos. La solución pasó por el diálogo político y social, logrando que Grecia transitara a otro modelo de solución económica social.
Ante la confrontación en el espacio público, la Presidencia nicaragüense optó por dar marcha atrás del resolutivo sobre el Instituto Nacional de Seguridad Social y su disposición a dialogar sin condiciones.
Se ha hecho un llamado por los organismos de derechos humanos para el esclarecimiento de los hechos que causaron la pérdida de vidas y de heridos, justo en el momento en el que se dialoga sobre la reforma al sector seguridad y su papel en la construcción y consolidación de la paz.
Es decir, un problema de gobernanza democrática por un cambio normativo está en el camino hacia la conciliación para la creación de un entorno en paz y seguro para la región mesoamericana. Actores regionales preguntan si será suficiente para resolver el conflicto de diálogo político sobre la política social en Nicaragua.
Nuevamente el uso de la dureza se suma al conflicto social. Los llamados al diálogo y serenidad ante la protesta social no han cesado. Está presente la frágil relación que puede haber entre el uso de la seguridad pública ante argumentos relativos a la seguridad social.
La paz es algo a cuidar en la región mesoamericana, y se pretende sea así en todo el mundo. Justo aumenta la tensión cuando ocurre el Diálogo de Alto Nivel de la ONU sobre Consolidación y Sostenimiento de la Paz en Nueva York. Tiempos difíciles.
*Catedrática universitaria