A lo largo de cuatro meses y ocho días, desde el inicio de la pre campaña, los electores han fijado la vista en Andrés Manuel López Obrador, unos en espera de que aumente las preferencias de voto y otros cruzando los dedos para que comience a desplomarse y se encamine a su tercera derrota electoral.
En ese lapso, alrededor de 130 días, las campañas de Ricardo Anaya y José Antonio Meade han puesto en marcha distintas acciones para frenar a AMLO. Meade lo ha intentado casi todo, de manera destacada una agresiva campaña para generar en los electores miedo a perder servicios públicos si gana López Obrador, y llamar a Antorcha Campesina a contener su avance.
En vez de caer, AMLO ha mantenido en más de cuatro meses la posición del líder en la competencia; en las últimas semanas consolidó una tendencia ascendente que lo llevó a romper el techo de los 30 puntos y a rebasar los 40 en intención de voto.
¿Por qué López Obrador no se ha desplomado? ¿Cómo logró en un clima adverso crecer alrededor de 10 puntos en esta parte de la campaña?
Ha logrado sacar ventaja de un grueso y antiguo blindaje que se ha fortalecido con el tiempo. La sensación de miedo en la ciudadanía que lo aniquiló en 2006, ahora no ha surtido un efecto relevante; más aún, episodios controvertidos como el llamado de Meade a Antorcha Campesina a frenarlo, y un sondeo que colocaba a AMLO en una posición débil entre los jóvenes, crearon una suerte de efecto bumerang que al final del día terminó resultándole favorable.
Donde sus adversarios siembran minas, el propio López Obrador, o sus colaboradores más cercanos –de manera destacada Tatiana Clouthier–, o sus simpatizantes en las redes sociales se han encargado de desactivarlas y revertirlas para provocar daño.
Pero nada ha ayudado tanto a López Obrador como su radical propuesta de cambio (que ha incluido la cancelación de las obras del nuevo aeropuerto internacional o las reformas energética y educativa) contrastada con la idea de la existencia de la “mafia del poder”, como López Obrador ha llamado a un grupo variopinto de intereses (Salinas, Diego Fernández de Cevallos, Felipe Calderón, Carlos Slim, el PRI y el PAN), asociados desde el ascenso del salinismo a finales de los años 80.
La teoría de "la mafia en el poder" pasó de ser una teoría chabacana a consolidarse poco a poco en el imaginario nacional. La conferencia de Carlos Slm defendiendo el nuevo aeropuerto encendió esa mecha en la elección presidencial en marcha. Ahora que están en segundo y tercer lugar, el PAN y el PRI han acepta la posibilidad de una negociación que restaure las traiciones y frene a López Obrador.
Ahora ocurre el efecto miedo, a la inversa: cuanto más acosan el PRI y el PAN al electorado alertándolo de las amenazas de un cambio radical, más favorecen el crecimiento de López Obrador. La teoría de la "mafia en el poder" es una recta asesina en el guante del puntero en las encuestas.