Coachella: Paraíso del marketing

Música, moda, bebida y fiesta es de lo que se trata Coachella, uno de los festivales de música que va desde el rock, hip hop, dance, hasta la música de nuestros queridos Ángeles Azules. Desde 1999 se lleva a cabo anualmente durante dos fines de semana en Indio, California, en pleno desierto de Estados Unidos. Si bien, el line up es muy importante, este festival es caldo de cultivo para el marketing y branding de muchas marcas. Son más de 100 mil personas que acuden al día, la mayoría de ellos millennials, influencers y celebridades con un poder demográfico que demuestra que pueden gastar, pues solamente las entradas van desde los 400 hasta los casi mil dólares (accesos VIP), y eso es sin gastos de pasaje, alojamiento y comidas. Pero no solamente los que acuden al festival son importantes para las marcas, sino también todo aquel que está pendiente por medio de las redes sociales, como Snapchat e Instagram, los cuales se estima son poco más de 40 millones de personas. Si lo piensas como exposición de marca resulta realmente conveniente, tal es el caso que muchas marcas deciden gastar en publicidad de esta forma, mejor que en la forma tradicional, como en televisión, radio o medios impresos, considerando que va directamente a su público objetivo y de una forma más orgánica. Una de las marcas más activas en el festival es Revolve Clothing, compañía de lujo aspiracional, casi 100 por ciento digital, fundada a principios de los 2000 y que, para 2017, reporto un billón de dólares en ventas. Desde 2016, empezó con una estrategia creando contenido en el festival mediante bloggers e influencers en diferentes canales de redes sociales, logrando una audiencia de más de 30 millones de personas con un engagement que ha crecido a tal grado que lo han repetido cada año, llevando personalidades de la talla de Kendall Jenner y otras de todo el mundo, incluida Pam Allier de México, hospedándolas en una casa en el desierto, haciéndoles todo el estilismo, regalándoles la ropa a cambio de sus posts.  Ellos atribuyen gran parte de sus ventas al network de influencers y marketing que les ocurre en el festival, siendo un aproximado entre 650 y 700 millones de dólares anualmente. Son dos fines de semana de festival, en donde las tendencias de moda para el verano se dictan en el desierto, y en donde los boletos se agotan mucho antes de que se anuncie quién va a presentarse, por eso para las marcas es importante crear una experiencia a través de sus productos, como lo han hecho Sephora, HP, Ray Ban, American Express, Absolute, entre otras. Un estudio de Nielsen encontró que el 76 por ciento de los que van a un festival o concierto se sienten atraídos favorablemente a los patrocinadores del evento, haciendo que un 50 por ciento escoja estos productos en un futuro.  Un muy buen negocio para Philip Anschutz, el millonario dueño de Coachella.