Beata Wojna: Europa y sus (difíciles) vecinos

Lidiar con los vecinos es muy difícil en todo el mundo. En las relaciones internacionales nos hemos acostumbrado a analizar las vecindades desde la perspectiva de cada país. Desde hace años, la Unión Europea está desafiando esta visión tradicional sobre cómo debemos tratar a los países vecinos. La estabilidad, la seguridad, la prosperidad, la democracia, las libertades fundamentales y el Estado de Derecho son las prioridades que Europa intenta promover a nivel regional e internacional. Por su contribución al avance de la paz, la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en toda su geografía, la UE recibió el premio Nobel de la Paz en 2012. No obstante, desde aquel entonces las vecindades europeas –tanto en el sur como en el este– se han vuelto mucho más complejas y difíciles de manejar. También se observó que los instrumentos que tiene la UE para realizar su política exterior no son suficientes para resolver los problemas de muchos países vecinos y/o que no representan una alternativa atractiva para los regímenes autoritarios. Aquí van algunos ejemplos muy recientes. El presidente de Turquía, Recep Erdogan, anunció esta semana la celebración de elecciones anticipadas para establecer posteriormente la presidencia ejecutiva con amplias competencias sobre el Poder Judicial. Su victoria es altamente probable, así que Turquía se alejará aún más de los esquemas democráticos del gobierno, considerados por la UE como la base para seguir negociando la integración de Turquía en la UE. Otro ejemplo: en Siria fracasó la política europea de promover la transición de este país hacia una democracia. El ganador de la guerra civil que inició en 2011 es hoy el régimen autoritario de Bashar Al-Asad, apoyado por Rusia. En este contexto, ni siquiera el ataque aéreo organizado por los americanos, los británicos y los franceses a los objetos militares en Siria –en respuesta al reciente uso de armas químicas por los ejércitos sirios– puede cambiar esta realidad. Finalmente, hoy no queda prácticamente nada de la euforia europea frente a “la Primavera Árabe”. Hay caos permanente en Libia y dudas respecto al proceso electoral en Egipto. Tampoco se puede olvidar el conflicto israelí-árabe que constantemente entra en fase de tensión. En el este, Rusia sigue manipulando su entorno, mantiene su presencia en la península de Crimea y está apoyando a los rebeldes en los territorios de Ucrania Oriental. La política exterior de la Unión Europea hacia sus vecinos está en encrucijada, aunque pocos representantes europeos lo reconozcan. En Europa no es políticamente correcto decir que el dilema entre la democratización y la estabilidad del entorno no siempre debe ser solucionado a favor de la democracia. ¿Es tiempo de cambios? Probablemente sí. En mayo de 2019 se celebrarán en Europa las elecciones al Parlamento Europeo y se renovarán todos los altos cargos en las instituciones europeas. En el futuro, más pragmatismo y menos idealismo no le vendría mal a la Unión Europea. * Ex embajadora de Polonia en México