De creer a la prensa estadounidense, Donald Trump ha comenzado a encontrar los límites de su poder, en parte por la acción directa de instituciones, y en buena medida por sus propios errores e inconsistencias.
"El mundo aprende a ignorar a Trump", afirma, por ejemplo, la revista electrónica politico.com al señalar que "diplomáticos e inversionistas comienzan a descartar los tuits políticos de Trump y otras rápidamente cambiantes declaraciones".
Según esa opinión, son tantos los mensajes del mandatario que no tienen seguimiento, o son contradichos al poco tiempo por otros mensajes de la misma fuente; tratar de actuar o reaccionar a ellos sería no sólo un error, sino una tontería.
Paralelamente, algunas de sus propuestas resultan en intentos que parecen condenados de antemano a los vaivenes de la política doméstica.
Trump presumió recientemente que su propuesto muro había comenzado a ser construido. Es cierto en un sentido estricto: hay prototipos erigidos en San Diego.
Pero las posibilidades de llevarlo adelante con su intención original están fuera de alcance, por la oposición demócrata y el escepticismo de republicanos, que se tradujo en un muy limitado financiamiento de la parte legislativa.
Claro que por lo menos hay algo que mostrar, lo que permite al mandatario, fiel a su estilo, proclamar un triunfo aunque esté en un agujero.
En otros pronunciamientos electorales, como el TLCAN, hay una renegociación en curso que de ser exitosa —como se espera— le puede permitir anunciar victoria, aunque los términos de la renegociación no sean los que haya exigido.
Su decisión de imponer aranceles al acero y al aluminio llevó de inmediato a presiones en busca de modificaciones y exenciones.
Un reciente mensaje sobre la posibilidad de reincorporarse al TPP provocó de inmediato especulaciones. Pero a partir de experiencias, no llevó a alzas bursátiles ni grandes pronunciamientos, sino al examen de las posibilidades reales. Cuando
Trump dio marcha atrás, dos días después, tampoco hubo grandes pronunciamientos ni desplomes financieros.
El historial es mixto. Una decisión de la Suprema Corte encontró que su propuesta legislativa sobre migración es confusa, y dio esperanzas a grupos proinmigrantes, que han obtenido otras victorias en instancias judiciales menores.
La otra cara de la moneda es que Trump es el Presidente y tiene a su disposición un poder considerable. Que no haya aprendido a usarlo no implica que no lo pueda hacer; que no haya obtenido la calidad de consejeros y asistentes que le permitan hacerlo puede, tal vez, ser una condición temporal, aunque el gobierno estadounidense parezca como un régimen con capacidades diferentes.
Pero existe la posibilidad de que su forma de ser, estilo y arrogancia le impidan aprovechar los recursos a su disposición. En ese caso, habrán de verse más victorias pírricas, o fracasos proclamados como triunfos.