La enemiga pública número uno del presidente estadounidense no está en el Lejano Oriente o de lado sur de la frontera, ni tiene ojos rasgados ni la piel morena, sino que está en la Constitución, muy cerca de Washington y se llama Federación.
A diferencia de la mayoría de los países latinoamericanos, los gobernadores en la Unión Americana sí le plantan la cara al presidente, lo mandan al carajo en redes, eventos públicos y en los tribunales y defienden hasta el último centavo sus intereses como un mundo aparte al que el mandamás debe comprensión no imposición.
De ahí que al magnate, amante de las generalizaciones, le aparezcan cada vez más opositores particulares desde los estados. En los últimos días, le llovió nada más y nada menos que otra demanda de 12 fiscales que lucharán en los tribunales contra la intensión del Departamento de Comercio de que se incluya en el censo de 2020 una pregunta sobre la ciudadanía.
El resultado tiene de cabeza a los estados que dependen de mano obra migrante como Nueva York —promotor de la denuncia— Connecticut, California, Delawere, Illinois, Massachusetts, Nueva Jersey, Oregon, Pennsylvania, Rhod Island y Washington.
Entre los argumentos destaca el que los indocumentados no contestarán el censo y sumergirá al país en una tiniebla de desinformación sobre quiénes habitan el país.Trump también ha tenido que lidiar con sus enemigos domésticos que han encontrado en los brazos caídos una de las mejores estrategias.
Así, mientras el magnate vocifera, tres estados se niegan abiertamente a enviar sus guardias para apoyar el control de la frontera con México: la idea del presidente es completar 4 mil elementos con apoyo de todos los estados.
California había rechazado abiertamente la propuesta del envío de guardias como se ha negado a colaborar en la persecución de indocumentados, pero tras consuetudinarias redadas contra éstos como mecanismo de presión federal, el gobernador Jerry Brown cedió esta semana a enviar alrededor de 400 elementos para el control de tráfico de drogas, armas y personas.
Oregon, Montana y Nevada continúan con su discurso político contrario a Trump en este tema de los guardias, cada uno frente a intereses locales y coyunturas políticas.
El gobernador republicano de Nevada, Brian Sandoval dijo que no actuará a capricho del presidente.
Con una táctica más agresiva, la demócrata Kate Brown, dijo que no usaría a la guardia de Oregón, el estado que encabeza, como distractor de los problemas de Washington, independientemente de la dependencia económica que tiene su estado con Canadá para las exportaciones y, con México, para la integración de cadenas productivas amenazadas por nuevos aranceles.
Dentro de sus posibilidades, Kate Brown como muchos otros, le asesta permanente golpes simbólicos al presidente, el más reciente, en pleno centro de Portland, la capital oregoniana, donde dejó manifestarse a sus anchas a cientos de indocumentados a unos pasos de las oficinas migratorias. “No tenemos miedo”, rezaba un cartel en español.
*Periodista