El patinador mexicano Donovan Carrillo es un ejemplo más de que en la voluntad de los atletas y los recursos de sus familia comienza –y a veces dura por siempre- el desarrollo deportivo en nuestro país. Es claro que el patinaje artístico sobre hielo no es una disciplina que se practique en México de forma masiva. Es claro que no es un deporte prioritario a ningún nivel de gobierno, pero no por ello debe quedar desatendido.
Carrillo es un muchacho jalisciense de 18 años que clasificó a la final del Campeonato Mundial que se realizó hace unos días en Milán. Obtuvo una de las 24 plazas disponibles. Antes, se quedó a seis posiciones de calificar a los pasados Juegos Olímpicos de PyoengChang. Su nuevo objetivo es estar en Beijing 2022 representando a México. Ya demostró que no practica este deporte como un pasatiempo y que tiene talento para destacar.
No estoy diciendo que es como el ruso Evgeni Plushenko o del calibre del español Javier Fernández, simplemente que hay un patinador mexicano que ya trascendió el ámbito local y tiene los méritos para estar en el radar de los patrocinadores mexicanos, y del gobierno federal y del Comité Olímpico Mexicano. Llegó el momento en que Donovan Carrillo necesita de los recursos de un país y de la iniciativa privada para darle un empujón que le permita traer mejores resultados.
Sé que muchos dirán que es un desperdicio, que el patinaje artístico sobre hielo no tiene estructura, ni dinero, ni futuro. Pero ahora recuerdo cuando Ana Gabriela Guevara comenzó a destacar en el atletismo. ¿Quién hubiera imaginado que México cosecharía una medalla mundial u olímpica en una prueba de velocidad? Si cuando la carrera de la sonorense era incipiente nos hubiéramos quedado pensando en que los mexicanos tienen un somatotipo para las pruebas de resistencia quizá Guevara no existiría.
Donovan Carrillo está en las manos de un entrenador mexicano, Gregorio Núñez que por casualidad lo descubrió en una pista de patinaje donde la hermana de Donovan practicaba. Un mexicano construyendo a otro mexicano. Que a Donovan le falta el tipo de entrenamientos y conocimientos con los que trabajan los mejores del mundo, así es. Que no debemos permitir que su carrera se diluya porque hay carencias, también.
Ejemplos de cómo atletas mexicanos que han comenzado bien en deportes donde nuestro país no destaca hay muchos, pero desafortunadamente se han quedado en el camino. Uno de ellos es el saltador Luis Rivera. ¿Qué hubiera pasado si el talento de Luis Rivera se hubiera pulido con más y mejores cuidados a su carrera, dándole seguimiento a través de la ciencia del deporte, trabajando al ritmo y con el modelo de los mejores atletas del mundo en su prueba? Quizá no se hubiera lesionado o distraído de su objetivo. Quizá México ya hubiera logrado lo imposible: una medalla en esa prueba.
Diacrítico. Es cierto también que no hemos tenido otra Ana Guevara. No importa. Ella es la evidencia de que es posible. La lección es para todos los actores públicos y privados del deporte. Ahí está Donovan Carrillo, con su talento, su esfuerzo y los recursos familiares dando la cara por México. Vamos a sumarnos todos para que alcance los próximos Juegos Olímpicos. Para que tenga una representación digna que nos haga sentir orgullosos de haber trabajado por él.
POR JORGE CAMACHO
Domingo 8 de Diciembre de 2024