Cabify no logra controlar su operación

El Viernes Santo utilicé el servicio de Cabify del Aeropuerto de la Ciudad de México a mi casa. El servicio era cortesía de una tarjeta Visa y lo he utilizado anteriormente de forma satisfactoria. Sin embargo, tres cosas me sorprendieron negativamente: La primera fue que el operador me llamó por teléfono 40 minutos antes de la hora acordada. Como mi vuelo llegó con anticipación tuve suerte de contestarle. Me indicó que se encontraba cerca. La segunda fue que, ya dentro de la unidad y habiendo avanzado 20 metros, dijo que la aplicación estaba dándole problemas para iniciar el viaje dentro del sistema, y que algo similar le había ocurrido el día anterior, cuando una pasajera “tuvo que pagarme en efectivo”. Nada de eso sonaba normal. Si yo aceptaba, el tipo podría cobrar doblemente el viaje —a Cabify en el sistema y a mí en efectivo—. Pero lo peor vino segundos después, cuando no acepté su insinuación y sugirió que, para lograr que su aplicación reaccionara y le permitiera iniciar el viaje a través del sistema, avanzáramos unas pocas cuadras y nos estacionáramos momentáneamente en el barrio contiguo al Aeropuerto. Evidentemente en dos segundos estaba yo recordando el caso de la joven Mara Castilla, asesinada por un chofer de Cabify el año pasado. Resulta inadmisible que esta empresa no haya podido controlar su operación todavía. Su sistema es una coladera de riesgos. Ricardo Weder y Vicente Pascual, sus directores, no han logrado establecer parámetros efectivos para el reclutamiento, selección y comportamiento de sus choferes. De hecho, la propia directora de mercadotecnia, Bárbara Calixto, ha reconocido que el negocio fue afectado por el caso de Mara Castilla y, aunque la firma estableció un botón de pánico y un contacto de confianza, claramente esto no es suficiente. En el caso de las cortesías de Visa, el usuario no tiene por qué tener la aplicación de Cabify instalada. Simplemente se solicita el transporte del aeropuerto y se utiliza. Es evidente que se requieren más controles tanto regulatorios como operativos en empresas de transporte público que funcionan con aplicaciones. En adición, firmas de alta reputación como Visa deben repensar estas alianzas, porque pueden ver erosionada su marca si surgen episodios negativos como los arriba descritos en viajes de cortesía. En este sentido, habría que decir que los taxis de sitio, en la Ciudad de México, siguen siendo la mejor opción de transporte público en auto. “TRANSAS” Y “RATAS” Divertido, atinado y convincente el primer spot de Mikel Arriola para arreglar la inseguridad en el transporte público de la Ciudad de México. De “transas” y “ratas” se califica ahí a los gobiernos del PRD y de Morena. Así, empezando con lo más básico, Mikel se podría posicionar y ser muy competitivo. Más de lo que se imaginan. motacarlos100@gmail.com     @SoyCarlosMota   POR CARLOS MOTA