Que un viejo amor ni se olvida ni se deja, que un viejo amor, de nuestra alma si se aleja pero nunca dice adiós... así dice la canción que arregló Alfonso Esparza Oteo en
1923 con letra de El Güero Adolfo Fernández Bustamante, sin duda una canción que la mayoría de los mexicanos conocen y que llega al fondo del recuerdo, cuando el centro de mesa es una botella.
Pienso que así han cantado o pensado, quizá en más de una ocasión, aquellos que abandonaron las filas de sus orígenes de participación política, en ánimos de
romperlas y llevarse a sus huestes o buscando un nuevo espacio para lograr sus intenciones pero que se caracterizaron al final por ser nómadas de principios y estatutos.
Los que han renunciado a su partido de origen y se fueron a otro pensaron, quizá, que el partido iba en camino a quedar mutilado, por un pasado que le seguirá pesando, pero ese pasado no es huérfano, sirve para hacerse pelota y patearlo cada vez que se menciona.
El cambio no vendrá con el cambio de partido, será con el cambio de los perfiles políticos y ya sabemos que son las y los mismos. Algunos se hacen rehénes de su disciplina o renuncia. Una carretera de dos sentidos, cambio de políticos o de partido, me voy por el carril de cambio de políticos en los partidos.
A las renuncias les dicen acrobacias políticas, llenas de audacia y reconocimiento a la inteligencia de los autores, parecen más ser enfermedades de poder y que
después apresuradamente buscan medicamento por el no poder. Los
ejemplos para lo anterior sobran.
En esas renuncias quizá, no hubo espacio para negociar lealtades, pero sí desconocidos favores. Los dirigentes de partidos prefieren no enterarse de lo que piensan y sienten las bases. Una lección que forma y se hace imperecedera.
¿Se vale cambiar de opinión? Sí, porque en el futuro no puedo culparme de equivocarme pero sí de no atreverme. Así, muriendo cada quien con sus errores, se dejarán los aciertos para el recuerdo.
El entusiasmo por ganar la Presidencia sigue girando, permaneciendo intacto, pero, ¿cambio?, ¿cuál? No es visible ese cambio.
Contrario a eso, parece que se busca hacer gobierno con discursos que envilecen y contaminan. El costo tan barato de la queja y el tan alto costo de la propuesta. Las
ideas hoy propuestas, quizá, terminen en un cementerio de ideas que ni en lo
histórico ni cotidiano se recuerden.
Y volveremos a aplaudir la foto y a acusar la acción. La inteligencia se
hará impaciente cuando aquellos que buscaban ser gobierno hoy son despóticos, y que aquellos que decía ver y escuchar les ha dejado de hacer homenaje.
La metáfora se hará presente: el anterior era el bueno, y el actual es el malo. Así no se avanza, se retrocede.
Que nunca se mutilen las pasiones, pero si los cacicazgos
*Ex asesor del procurador General de la República y en el Senado