Señores candidatos, que el debate los agarre confesados. Ahí sí vamos a ver quién es quién, y no paran las ráfagas de incongruencias y falsedades históricas sin aclarar, que llevan a cuestas.
No veo cómo ustedes cuatro, ni con su lujo de despilfarro, puedan quitarse de encima el estigma ganado a pulso de mentirosos. Por algo será que solo de la candidata ciudadana, que no cuesta un solo peso público, han hablado de valores, principios y congruencia hasta sus propios contrincantes.
En el debate veremos más de lo mismo que en estas tres semanas de campaña. Que López Obrador es el candidato de las promesas populistas, que se ha valido de la pobreza de la mayoría de los mexicanos para ofrecer regalar dinero disfrazado de programas sociales, que jura que acabará con la corrupción, más o menos como lo hizo con René Bejarano y Miguel Ponce, cuando fue jefe de gobierno en la Ciudad de México. López, el populista del debate, intentará parecer el mesías político que purificará al país y a los malhechores.
Ricardo Anaya tratará de ocultar el tema de sus negocios raros con propuestas plagiadas, y haciendo alarde de su supuesta preparación académica, parecido a lo que hará el candidato del PRI, José Antonio Meade, que insistirá en nombrarse el candidato más honesto del partido más corrupto, y de más experiencia. Jaime Rodríguez, con arrogancia tendrá la cara de pararse ahí y ser disruptivo, simulando ignorar el timo que lo llevó a la boleta.
Entre soy el mero mero, un estuche de monerías, la blanca paloma, habló inglés, y soy el buenazo, a ver si les queda tiempo para debatir la viabilidad de sus propuestas, y no solo evadir o justificar sus turbios pasados.
Las propuestas han sido lo de menos en campaña, solo el medio para proyectar la imagen de: “yo soy el que va a resolver todos los problemas de los mexicanos”. Con ideas similares que algunos creen y otros no, tocadas por incongruencia, falsedad y mentira, van en busca del poder por el poder.
Los temas que han prometido debatir son, política y gobierno, combate a la corrupción e impunidad, seguridad, violencia, democracia y pluralismo, y derechos de grupos en vulnerabilidad, y seguramente veremos a los señores candidatos morderse la lengua. ¿Qué pueden decir si sus candidaturas provienen de la antidemocracia más rancia existente en el país?, ¿qué podrá decir López Obrador del pluralismo, si es conocida su intolerancia a quienes no piensan igual que él?, ¿qué pueden decir de impunidad Anaya, Meade y Rodríguez, si han estado en el centro de actos de corrupción y trampas?
Pinta que veremos más libre a Margarita, sabiéndose candidata ciudadana, con propuestas razonadas y priorizadas en las necesidades del país, que ha recogido de la ciudadanía.
Diacrítico: Cuando ya de plano te sueltan la frase de “más vale que te agarren confesado”, teniendo tanta cola que te pisen, el verdadero debate es entre lo moral y lo religioso. Y ahí es cuando aplicas la otra que te queda, “ruégale a Dios”.