El choque entre los poderes políticos de Estados Unidos, Europa y en alguna medida de Asia con entidades como Facebook o las redes sociales puede ser mucho más de lo que parece.
Los intentos por regular y definir contenidos en aras de preservar privacidad parecen a primera vista un quijotesco intento de mantener una fórmula civilizada de convivencia.
Pero en el fondo, los intentos de regular Facebook o sus similares son en última instancia un choque entre lo que algunos pensadores llaman "viejo poder" y "nuevo poder".
En un memorable texto de Jeremy Heimans y Henry Timms, se establece una interesante diferencia entre ambas formulaciones, una que debe ser tomada en consideración para entender el siglo XXI y la situación actual.
"El viejo poder funciona como una moneda. La tienen pocos. Una vez ganado es celosamente guardado, y los poderosos tienen una gran cantidad de dinero para gastar. Está cerrado, inaccesible y dirigido por líderes. Descarga y captura". En cambio, "el 'Nuevo Poder' funciona de manera diferente, como una corriente. Está hecho por muchos. Es abierto, participativo e impulsado por pares. Carga y distribuye. Como el agua, es más contundente cuando surge. El objetivo con el nuevo poder no es acumularlo, sino canalizarlo".
En otras palabras, históricamente bien podría decirse que el "viejo poder" era para obtenerse y aprovecharse. Todavía lo es y la estrategia política de muchos parece dirigirse en ese sentido.
El "nuevo poder" está hecho por muchos. Es abierto, participativo e impulsado por pares. La batalla entre el poder antiguo y el nuevo es determinar quién nos gobierna, cómo trabajamos, e incluso cómo se piensa o se siente.
La tesis del "Nuevo Poder" es una explicación, quizá la más coherente, a la fuerza de organizaciones como Facebook, YouTube, o Reddit. Más complicado es el cómo aprovecharlos para crear tendencias y corrientes.
Pero es un instrumento. Y eso no le quita lo caótico, al menos para quienes pasamos de cierta edad.
Las encuestas no pudieron predecir que Donald Trump ganaría. Airbnb vale más que Hilton, y Uber es de hecho un movimiento comercial trasnacional. El escándalo provocado en lo que hoy es #MeToo ha derribado a poderosos jefes de industria. La característica común es la información compartida. Sea a través de las "viejas" redes sociales o de apps más nuevas.
El hecho es que se trata de un poder distinto. Uno que el "viejo poder" puede aprovechar al menos temporalmente.
Puede ser usado lo mismo para crear una plataforma antirracista como "Black Lives Matter" o el movimiento contra las armas surgido de la preparatoria de Parkland; pero pueden ser usadas de forma negativa, como demostró el surgimiento de la "alt-right" en la derecha de EU.
Es probable que el "nuevo poder" esté presente ya en los movimientos anticorrupción que ya se dan en la región: si lo están, es un formidable anuncio de su impacto potencial. Si no, que hay terreno fértil.