Josué Corro: Una película llamada basketball

Michael, LeBron, Kobe, Dr J, Curry... ya son nombres que se han quedado marcado en nuestra memoria de cultura pop, así como la imagen de cada uno volando por la duela y llevando una bola naranja directa a un aro ubicado a 3.05 metros de altura (o en el caso de Steph, lanzando triples como misiles teledirigidos). Y es irónico que el deporte urbano más significativo no sólo de Estados Unidos, sino de todo el mundo (hace algunos días, ESPN analizaba el impacto del baloncesto a nivel mundial y mencionó dos datos fundamentales para entender su popularidad: se puede jugar sin importar las condiciones climáticas y es el único deporte que puedes jugar sólo, simplemente tirando al arco), no tenga una gran película hollywoodense. Sin embargo, eso no quiere decir que el deporte inventado por James Naismith sea ajeno al cine —si no han visto Space Jam, es un pecado a la infancia del mundo—, plagado de comedias, algunos dramones de gueto y hasta jugadores convertidos en actores (Shaquille O’Neil fue un genio llamada Shazam).  

Aquí las películas favoritas sobre este deporte

  Hoosiers. David Anspaugh, 1986. Rocky convertido en un equipo de una prepa del Medioeste americano: un equipo de perdedores que logran unirse a pesar de las diferencias, y juntos trabajando sin descanso, logran vencer a la escuela de talentosos ricachones. ¿La gran diferencia entre Hoosiers y la decena de películas que retratan esta misma batalla? En primer lugar, la actuación emotiva de Gene Hackman, como el coach figura paterna con discursos sumamente emotivos; y la segunda y más importante: fue de las primeras películas que logró una analogía perfecta entre el duelo deportivo y los demonios que cada quien enfrenta fuera de la cancha: familia, amigos, tragedias y frustraciones. De las mejores obras deportivas de la historia.   He got game. Spike Lee, 1998. Para mí, la mejor película sobre este deporte. Una cinta que tiene una intención narrativa y dramática, con una crítica al sistema de reclutamiento universitario y hasta con una lectura bíblica sobre la paternidad. ? En este filme de Spike Lee, un hombre condenado a la cárcel, Denzel Washington, es liberado para que trate de convencer a su hijo, uno de los mejores jugadores jóvenes del país (el futuro miembro del Salón de la Fama, Ray Allen), a que se integre al equipo de la universidad donde estudió el gobernador. ? El rencor entre padre e hijo y el significado del deporte para una persona solitaria convierten a He Got Game en un drama épico.   Space Jam. Joe Pytka, 1996. El sueño noventero más grande de la historia. Más importante que Kelly Kapowski, que las Pepsi Cards o el Dream Team. A mitad de la década, el mejor jugador de la historia, se unió al mejor actor, Bill Murray y a todo el catálogo de las caricaturas de Warner Bros para enfrentar en una historia que unía live action con animación 2D, a un grupo de aliens que robaban el talento de basquetbolistas. ? Michael Jordan y Bugs Bunny convirtieron a un deporte, en un una fantasía deportiva que, dudo, se vuelva a repetir.   White man can't run. Ron Shelton, 1992. El título más políticamente incorrecto del listado; pero hace 25 años mofarse de las habilidades atléticas anglosajonas se convirtió en un símbolo de identidad, desafío y claramente de comedia. Esta película protagonizada por Wesley Snipes y Woody Harrelson, trata sobre dos amigos que estafan a otros jugadores en las canchas callejeras de Los Angeles. ? Las escenas son espectaculares, la química entre ambas estrellas es natural (después actuarían juntos en Asalto al tren del dinero y parecían ser los nuevos Richard Pryor y Gene Wilder) y sobre todo, parecía que un juego icónico de Super Nintendo como NBA Jam, tomaba vida. Clasicazo.   Hoop dreams. Steve Jams, 1994. ? Un documental que retrata la vida de dos amigos de una zona marginada de Chicago con un sólo sueño: ser jugadores de baloncesto profesional. La película sigue su vida en un momento particular: cuando ambos se separan y van a diferentes prepas. ? Uno de ellos se enlista en un bachillerato privado y el otro se queda en una escuela pública. Lo interesante es ver cómo ambos deben lidiar con problemas académicos, familias disfuncionales y madurar cuando se den cuenta de que el talento sólo es un detalle mínimo del éxito.