La suma de las preferencias electorales de López Obrador y Anaya supera el 60%. Si a esto se agrega que la ofensiva del régimen en contra del candidato de Por México al Frente no le sumó votos a Meade, sino a Andrés Manuel, se corrobora que la inmensa mayoría del electorado quiere un cambio, como lo reflejan las encuestas y pone en evidencia que el candidato del PRI no tiene posibilidades de ganar la votación para la Presidencia de la República.
Ese análisis no pretende afirmar que el proceso electoral ya arrojó su veredicto, están 3 meses de campaña por delante, donde veremos una lucha despiadada entre los candidatos a la Presidencia de la República, ya sea para mantenerse, fundamentalmente en lo que concierne a Andrés Manuel López Obrador, o bien para avanzar, tratándose de Ricardo Anaya Cortés o de José Antonio Meade.
Pero lo que sí es evidente es que la sociedad quiere un cambio, que no está de acuerdo con un régimen que ha aumentado el precio de canasta básica, en cerca del 150%, que incrementó el precio de las gasolinas en alrededor del 80%, que no ha frenado la violencia, pero sobre todo que ha sido complaciente con la corrupción.
Algo similar a lo que aconteció en el año 2000, la sociedad ya no quería ser gobernada por gobiernos priistas. En ese año se logró conformar un bloque de todos los partidos para sacar al PRI de la Presidencia de la República, inclusive se acordó un programa de gobierno entre todos ellos, pero Cuauhtémoc Cárdenas y Vicente Fox no se pusieron de acuerdo en el método de selección del candidato, aquel quería la consulta a la base, y éste último que la decisión se basara en una encuesta.
No hubo alianza, pero la SOCIEDAD QUERÍA UN CAMBIO, y este se dio, el Partido Acción Nacional ganó la Presidencia de México y desplazó al PRI. La falta de acuerdo en el año 2000 provocó que la votación se orientara a un cambio que era más expresión de la voluntad social, que de un proyecto de transformación del país.
Lo que revela ese comportamiento social es que cuando la población decide hacer un cambio, no hay barrera política que lo detenga. Es claro que esto no se ha entendido. Quienes actualmente detentan el poder, y sus aliados, han dado muestras de que están dispuesto a forzar la voluntad popular a partir de su experiencia en el Estado de México, donde volcaron los programas y recursos federales para ganar simpatías para el candidato oficial (Alfredo del Mazo), al tiempo que alentaron el voto en favor de otros partidos, dispersando el voto opositor.
Esta estrategia no les ha funcionado en el proceso electoral actual. La campaña que buscó desprestigiar a Ricardo Anaya Cortés sólo les sirvió para beneficiar a Andrés Manuel López Obrador.