UNA LATINA EN USA
Paul Ryan, el presidente de la Cámara de Representantes de EU, sorprendió al mundo político estadounidense cuando anunció que no buscaría la reelección en noviembre, y que se retira del Congreso federal porque quiere pasar más tiempo con su familia.
Su propósito es, sin embargo, un comentario que muchos usan aquí cuando no quieren decir una verdad que duele, y en este caso las malas lenguas dicen que habría una muy buena posibilidad de que Ryan perdiera su escaño en noviembre y se sale antes de que lo corran.
Ryan fue electo congresista por el estado de Wisconsin en 1999, y desde entonces ha sido reelecto cada dos años sin contrincantes serios. Al asumir la presidencia de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, fue visto como una de las caras “nuevas y frescas” del Partido Republicano, que le daría una energía a un partido dominado por legisladores con mucha antigüedad.
Todo cambió cuando Donald Trump llegó a la Presidencia, y Ryan – junto con muchos otros republicanos – fue acusado por su silencio e inacción de ser cómplice de un líder inepto e incluso peligroso.
Ryan ayudó a impulsar la legislación firmada por Trump de enormes recortes a impuestos para corporaciones y personas adineradas, y a la vez fue descrito como hipócrita por querer recortar o eliminar programas sociales de los que él se benefició de joven.
Pero la baja en el nivel de aprobación de Trump empujó el número de legisladores republicanos que no se postularían para las elecciones congresionales de noviembre, e impulsó a candidatos demócratas –entre ellos Randy Bryce, un obrero mexico-estadounidense y el primer rival serio de Ryan en años.
Las más recientes encuestas demostraban una contienda bastante cerrada y, ahora, los analistas le dan a Bryce una muy buenas posibilidad de ser electo como el primer hispano en representar el estado de Wisconsin en el Congreso federal.
El anuncio de la salida de Ryan ha sacado de onda a los republicanos en el Congreso, que ven crecer las posibilidades de perder la mayoría en noviembre y lo atribuyen a Trump.
El mandatario parece desbocado: envía tropas a la frontera con México y acusa de nuevo a inmigrantes mexicanos de ser ladrones y violadores, amenaza con lanzar misiles contra Siria, se queja de las investigaciones en su contra, y no deja de hablar.
El liderazgo republicano en el Congreso federal trata de cerrar filas y encontrar otro que pueda fungir como presidente de la Cámara en la siguiente sesión o – si ganan los demócratas– líder de la minoría.
Otros legisladores han dicho estar interesados en el puesto, pero varios comentan que no quieren hablar del tema si no antes enfocarse en mantener su mayoría, porque una cosa es ser presidente de la Cámara con todos los poderes que eso conlleva, y otra cosa es ser líder de una minoría en una sesión legislativa nueva con un partido opositor motivado para luchar.
*Periodista