Para nadie es un secreto que las instituciones encargadas de organizar y darle validez a la elección más grande que ha registrado el país están enfrentadas. Aunque en público intentan enviar mensajes de cooperación y no de superioridad o subordinación, en privado los ataques, los reproches y las burlas son cosa de todos los días.
Hablo de la relación entre el Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Este proceso electoral 2018 va marcado por las acciones que desde las oficinas del INE se acordaron y que después fueron modificadas debido a sentencias de los magistrados electorales.
Desde el año pasado, luego de las experiencias de las elecciones en Coahuila y el Estado de México, hay registro de roces. En octubre, cuando el Instituto buscaba regular la entrega de tarjetas y la propaganda oficial, el Tribunal dio reversa al acuerdo argumentando que los consejeros se habían excedido en sus facultades. La situación se tensó más cuando en febrero de este año, el TEPJF revocó los cambios que el INE había aprobado para agilizar la transmisión de información del conteo de votos y de esta forma ofrecer resultados en la noche del día de la elección.
Pero el capítulo de esta semana, cuando 4 de los 7 integrantes del Tribunal pusieron a Jaime Rodríguez Calderón a la boleta, a pesar de las múltiples trampas en las que incurrió para reunir las firmas necesarias para su registro como candidato, aceleró la ruta de choque.
En el Tribunal, se dice que hay un exceso de protagonismo de alguno de los consejeros. En el INE, se piensa que varios magistrados responden a otros intereses.
No todos los magistrados que conforman el tribunal tienen que pensar igual, pero en la inédita conferencia de prensa para explicar la sentencia sobre el “Bronco”, se notó la división. Solo Felipe Fuentes, José Luis Vargas, Indalfer Infane y Mónica Soto tomaron la palabra. Aunque estuvieron presentes Janine Otálora y Felipe de la Mata, no hablaron; Reyes Rodríguez de plano se ausentó. Estos tres últimos fueron los que votaron en contra de regresar a Jaime Rodríguez a la contienda.
En un ambiente lleno de hartazgo por la corrupción, con la polarización política que un proceso electoral produce, las decisiones colegiadas de un tribunal son difíciles de entender. Los magistrados están convencidos que sus fallos no serán siempre las más populares y hasta que dejarán la sombra de la duda. Este argumento es válido cuando son pocas las sentencias calificadas como polémicas, pero no es el caso de este Tribunal. Son fundadas las dudas sobre la imparcialidad en torno a los recursos que invariablemente se presentarán a partir del 1 de julio. No tener el respaldo de la sociedad les perjudica.
Tanto jueces como árbitros están bajo fuego. Tal vez el choque entre ellos sea inevitable. Tal vez es tiempo que cedan un poco en sus posiciones y demuestren que es posible hacer otro tipo de política. Los ciudadanos también se lo demandan a ellos como a los candidatos.
@Carloszup