Valentina Ortiz Monasterio: Menús para pensar

El otro día desperté con ganas de volver. Sólo he estado dos veces y en dos momentos muy distintos. La primera, con flamante cocinero catalán de talla mundial que al final de la comida dijo con enorme seguridad -y todos nos conmovimos-, si yo entregase estrellas Michelin, este sitio tendría tres.  

La segunda vez, hace muy poco, con el hombre que es mi mayor crítico y mejor compañero de comilonas, y que se volvió un groupie de inmediato. Y que no es fácil de satisfacer. 

Las esferas son cocteles, las otras las sirven divinamente sobre perlas. Le Chique es una fiesta a los sentidos, una verdadera aventura culinaria que es al mismo tiempo muy experiencial y muy, muy sensorial. 

El menú de degustación de temporada en Le Chique fue diseñado para desconcertar, divertir y sorprender. Se nota, y sucede. Jonatán Gómez Luna es a la vez cocinero, científico y artista. Con él probé nuevos sabores, las más sofisticadas texturas y formas, de esas que culminan en análisis profundo. A Le Chique se va a comer, disfrutar y a pensar. Nunca había descrito a ningún restaurante así antes, es un lugar también para pensar. 

Jonatán, cocinero de origen chilango, es un claro representante de la cocina mexicana contemporánea, gazpacho moreliano, bocol huasteco, un huevo ahumado con salsa de chicatana que no se me olvida, y hasta marquesitas. El chef te pasea por México a través de su propuesta, rinde homenaje a la tradición con un grado de contemporaneidad, realmente aplaudible. Técnica impecable.  

Conversé con él esta última vez, me gustan aún más los cocineros amables y con contenido que los que solamente son buenos cocineros. Los que me conocen saben de mis habilidades de presagiar, y con Jonatán y Le Chique sólo presagio una subida muy ascendente, de esas que no se frenan. Cumplen 10 años y auguro una vida de 100. La Riviera Maya se honra con tenerlo. Hay que ir, dos, tres y cuatro veces, disfrutar su cocina. Hay que ir a pensar.