La aparición de Patricia Durán como candidata de Morena a la alcaldía de Naucalpan –impugnada, por ahora, ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial– representa una pérdida de control del otrora jefe de la tribu de los Durán, familia políticamente poderosa en esa zona del Estado de México.
José Luis Durán Reveles, el dos veces alcalde en ese municipio, ya no lidera los destinos y decisiones de su familia, cuyas negociaciones él hacía en nombre de todos sus hermanos metidos en la política partidista: Porfirio, Alfredo y Patricia.
José Luis prometió hace unos meses, al interior de los grupos panistas que se reparten el poder en Naucalpan, que si él recibía alguna de las candidaturas lograría convencer a su hermana de no promoverse como candidata a la alcaldía por el partido de López Obrador, idea que le sembró y patrocinó el ex dirigente nacional del PAN Manuel Espino.
Así ocurrió. El viernes 26 de enero, le concedieron un espacio para ir a San Lázaro, en uno de los distritos seguros: el 22. Y José Luis parecía haber cumplido. Cinco semanas después de haberse definido darle la candidatura, el 3 de marzo, su hermana Patricia y su promotor, Manuel Espino, se reunieron con José Antonio Meade, con quien pulsaron la idea de sumarse a su campaña presidencial.
José Luis Durán cumplía su palabra y en los corrillos panistas insuflaba el ánimo de haber atajado a su hermana como candidata de Morena. Pero era muy pronto para echar campanas al vuelo. Poco después, la madrugada del 28 de marzo, Morena publicó sus listas de candidatos en cada municipio.
En Naucalpan, apareció el de Patricia Durán y la honra de la palabra de José Luis se fue al suelo. Vino el reclamo, silente y estruendoso, de los panistas a quienes prometió controlar el eventual daño que provocaría esa candidatura.
Pero, dentro y fuera del PAN en Naucalpan, la idea generalizada es que ya no creen en él. Sobre todo, porque casi nadie cree que no haya sido parte de una jugada maestra: con José Luis, la familia tendría acceso a un lugar en el Congreso estatal, y con Patricia, a la presidencia municipal. Claro, de ganar cada uno sus respectivas elecciones.
La verdad es más simple, aunque dolorosa para él. Fue Manuel Espino quien no reconoció ninguna negociación. Fue Manuel Espino quien, pese a todo descaro e ironía, se entregó a AMLO, y no se cansó de comerle la oreja con la idea de que podían ganar Naucalpan y sumarle a la campaña presidencial.
Fue Manuel Espino, el nuevo miembro y jefe del clan de los Durán, el que tomó la decisión por todos. Patricia no se bajó. José Luis es ya cosa del pasado.