Abren paso

Al revisar el desempeño de Miguel Ángel Vásquez, actual coordinador general de gabinete de la Jefatura de Gobierno, quienes han trabajado cerca de él consideran que es rudo, habla fuerte y sólo le falta tronar los dedos. No deja duda acerca de quién manda, ese es el funcionario que apuntalan para la Secretaría de Finanzas. En este sexenio empezó en la dirección general de Administración y Desarrollo de Personal adscrita a la Oficialía Mayor, para tener bajo su control la plantilla de trabajadores y funcionarios que labora en el gobierno capitalino. Vásquez pudo mantener al margen al líder del Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno del Distrito Federal, Juan Ayala, con los acuerdos y autorización de plazas para agremiados, lo que tenía encantados a sus jefes. Quizá por eso podía imponerse, sin problema, al ex oficial mayor Édgar Armando González Rojas e impedirle que tomara cualquier definición respecto al personal que laboraba en la dirección general que él ocupaba. Después cuando se movió toda su área a Finanzas y le crearon la subsecretaría de Administración y Capital Humano se fortaleció más, para convertirse en un personaje de poder interno, además le permitió contar con una red de cuadros fieles que se encargan de mantenerlo informado de lo que ocurre en las diferentes áreas del gobierno. Cuando le pidieron la renuncia a Victoria Rodríguez Ceja, subsecretaria de Egresos, a esa oficina llegó como encargado Hedilberto Chávez, un funcionario que venía con Miguel Ángel Vásquez desde la Oficialía Mayor y ocupaba la dirección de Control de Obligaciones Fiscales. Así poco a poco se cierra la pinza. Ante la posibilidad de que salga Édgar Amador de la Secretaría de Finanzas, muchos en la dependencia preparan maletas, sobre todo el equipo cercano; ya su particular, Aurora Palma se fue la semana pasada. Los otros sólo buscan acomodo. El rumor que corre en las oficinas de gobierno es que desde la Asamblea Legislativa del Distrito Federal se va a nombrar al próximo secretario de Finanzas, quizá por eso el mismo José Ramón Amieva se dedicó a declarar que no va a cabildear su nombramiento como jefe de gobierno sustituto, para mandar el mensaje a los grupos que ejercen presión por el control. El distanciamiento de Édgar Amador con los diputados locales no es nuevo, tuvo fuertes diferencias por el presupuesto, hubo un reclamo abierto porque no etiquetó dinero para la reconstrucción. El encono alejó al funcionario de los perredistas y lo acercó con los de Morena. No es menor el debate sobre quién encabezará la Secretaría de Finanzas y qué tanto margen de maniobra tendrá el jefe de gobierno sustituto en estos meses del cierre de administración y con las eleciones en puerta. Quizá el trato rudo marque el cierre de este sexenio, pero valen las preguntas, quién gobierna, a quién representan y quién los eligió.