Luis de Llano: Crónicas del espectáculo

Desde hace muchos años siento un gran afecto por este periódico, ya que fui productor de sus Entregas de Premios, una época maravillosa y única en la televisión que marcó toda una era en el espectáculo en nuestro país. Este diario ha marcado siempre la pauta en el periodismo nacional y fue precursor del espectáculo a través del impulso de quienes en su momento fueron lanzados por la directiva, ya sea como Voces o Rostros de El Heraldo de México, a través de sus recordados eventos de galas anuales que tuve el orgullo de realizar para la televisión en México. Hoy en día, las nuevas generaciones están al frente de una revolución en la comunicación y el espectáculo en la era del hombre digital; sin embargo, esta revolución, y lo digo como testigo, actor, protagonista y  muchas veces culpable de las revoluciones y evoluciones que la juventud ha impulsado desde aquellos años 50 y 60, en la era en donde ser joven y rocanrolero era considerado un acto de rebeldía -y lo confieso, yo fui un rebelde “con causa”-; en los años 70, cuando organizamos el famoso Festival de Rock y Ruedas de Avándaro, el día en que la juventud y el rock mexicano perdimos la inocencia; o en los años 80, cuando los niños crean la generación del pop plástico que aún sigue marcando la pauta en estos tiempos de la retromanía musical. O en las décadas finales del siglo XX, cuando nace la telenovela juvenil y resurge el rock nacional para proyectarse como punta de lanza del fenómeno latino a nivel planetario. No cabe duda, nuestro tiempo es espectacular, el fin de semana pasado tuve la oportunidad de recorrer las calles del centro de la Ciudad de México, y poder observar que los jóvenes, las mujeres y las familias enteras acudían a las calles de un centro histórico pleno de espectáculos, de lugares, exposiciones y aún en las calles y las paredes de una megalópolis en donde el arte pictórico, la música, el teatro y todas las expresiones de un mundo que aún pierde la capacidad de asombro, están presentes y más vivas y vigentes que nunca en su diversidad que incluye lo ancestral y lo vanguardista, lo sigue allí recordando nuestro pasado, y lo que está surgiendo como heraldo de un futuro latente. Suena redundante, pero la experiencia de ver una ciudad plena y viva de espectáculos fue, simplemente… espectacular. Y de todo esto, y de todos ellos, del público, y de los artistas, de las nuevas y las tradicionales expresiones del entretenimiento quiero platicarles en esta columna Pop Corner, la esquina del pop. Sean pues bienvenidos a ésta mi primera colaboración con la crónica de la actualidad, el ayer y el siempre del espectáculo, que es lo de hoy y lo será también, gracias a ustedes, los días de un mañana prometedor que espero compartir en esta columna para El Heraldo de México. Hasta entonces…     Por Luis de Llano