Al iniciar las campañas electorales de manera legal y formal, apareció el presidente de EE.UU., Donald Trump, como un nuevo factor en la ecuación política mexicana de nuestros días, con sus amenazas y anuncios de acciones indeseables para México. Pero afortunadamente para nosotros la terca realidad se está imponiendo para exigir, motivar y articular reacciones defensivas de los distintos y muy variados factores de poder mexicanos.
Ante la presencia de este extraño elemento se impone discernir políticamente de cara al futuro, al efecto o factor Trump que hará indispensable para quienes aspiran a la Presidencia de la República y a los futuros legisladores, a tenerlo presente en la consideración estratégica para la elaboración de las tesis, posicionamientos y propuestas nacionalistas que sean precisas, en el urgente tema de las relaciones bilaterales entre nuestro país y los Estados Unidos de América.
El nefasto discurso y las bélicas e inamistosas expresiones y decisiones del presidente Donald Trump en varios rubros, y no únicamente en lo que se refiere a la militarización de su frontera con México, han ofendido y afectado la dignidad y la integridad de las y los mexicanos, independientemente del estatus de cada quien, pues Trump desde su campaña electoral y hasta la fecha, no ha cesado en sus agresiones a nuestro país en distintos temas y frentes.
Pero, -como reza el adagio popular-, no hay mal que por bien no venga; y aunque nos avergüence reconocerlo, ahora tenemos que, gracias al señor Trump, se generó en nuestro país uno de los momentos más efectivos y conmovedores de unidad nacional en torno a la defensa de la dignidad y del honor mexicanos que ha enarbolado el presidente Enrique Peña Nieto, con el respaldo de todos los liderazgos políticos, parlamentarios, sociales, religiosos, económicos y mediáticos de distinto signo y orientación, y de manera sobresaliente con el apoyo de la y los candidatos presidenciales, quienes han reaccionado con madurez y con determinación y patriotismo plausibles.
La excelente reacción nacional observada en estos días es equivalente a las muestras de solidaridad observadas durante la expropiación petrolera en 1938, y las que se manifestaron a raíz de los sismos sufridos en 1985 y el año pasado.
En cuanto a las campañas electorales ya entraron en su fase decisiva y en los últimos sondeos de opinión realizados Andrés Manuel López Obrador sigue de puntero pero no crece ;José Antonio Meade sube al segundo sitio y tiende a tomar velocidad; Ricardo Anaya baja, aunque algunos digan lo contrario y Margarita Zavala sube pero sin posibilidades reales de victoria.
De la expresión popular que afirma que “caballo que alcanza gana”, se deriva que quien alcanza al delantero tiene todo el potencial para rebasarlo y para ganar.
En mi sincera opinión, para las próximas elecciones presidenciales mexicanas, el ganador será José Antonio Meade. Esperemos.
Heriberto Galindo Quiñones