La tragedia de Iztapalapa

El crecimiento poblacional y el desorden urbano que tuvo Iztapalapa desde la década de los 70 es, sin duda, una de las causas del principal problema que enfrentan sus gobiernos y población: el abasto de agua adecuado y de calidad en una buena parte de los hogares que conforman la demarcación. 

En esas más de cuatro décadas se ha usado el agua como bandera por candidatos, partidos, grupos sociales y todo aquel que desea ganar la simpatía y posicionarse entre los iztapalapenses, ofreciendo soluciones mágicas y rápidas al problema, pero la verdad es más compleja.

Lo cierto es que llevar agua a toda Iztapalapa no es tarea sencilla. Se requieren unos dos mil 300 millones de pesos de inversión para reparar pozos, sustituir drenaje, crear lagunas y mejorar toda la infraestructura hidráulica de la delegación, pero con eso no bastará porque hay zonas donde no se puede introducir drenaje dadas las condiciones orográficas. 

Por si fuera poco, somos la última delegación en la línea de líquido que abastece la ciudad, esto significa que aunque tengamos infraestructura, la presión no alcanza para las zonas altas. 

Y a pesar de esta situación, el tema del agua aún es rentable políticamente al acercarse una elección. Abundan candidatos que venden el sueño de que Iztapalapa tenga agua por la red y de calidad de forma definitiva, pero mienten quienes incurren en ese camino fácil y traicionan la confianza de quienes creen que la solución se tendrá de forma mágica y rápida. 

En el gobierno actual de Iztapalapa se han hecho inversiones y reparaciones para mejorar el abasto de agua; sin embargo, hoy 68 colonias aún reciben agua por tandeo. 

Paradójicamente, las condiciones de las pipas para abastecer a esa población son deplorables por una mal entendida política de austeridad y ahorro en el gobierno, que con el tiempo se tradujo en vehículos viejos, que no circulan y que no sirven para atender la demanda ciudadana de agua. 

En este gobierno se han realizado fuertes inversiones, que en los próximos meses  veremos concretadas en al menos 10 obras de mantenimiento y mejoramiento de pozos, que beneficiarán a casi 700 mil habitantes. Hablamos de inversiones reales que darán solución efectiva a esos vecinos, y no de promesas que no se cumplan. 

A esta crítica situación de Iztapalapa, se suma que con los sismos de septiembre, sus réplicas y posteriores temblores, la red hidráulica se ha visto seriamente dañada por la antigüedad que tiene y las tuberías se han roto; hay falta de luz o robo de cable o apagadores en los pozos. 

Así la gran tragedia de Iztapalapa es estar en una zona donde se dificulta el acceso al agua a todos, pese a ser un derecho humano básico, y, por otro lado, se inunda en regiones planas o en las bajadas de la zona serrana.   

Dione Anguiano

Jefa delegacional en Iztapalapa