El país sigue hundido en la inseguridad y la violencia, a pesar de que las fuerzas armadas —Ejército y Marina— más la Policía Federal patrullan las calles de ciudades y poblaciones pequeñas, medianas y grandes en amplias zonas del territorio nacional. Y nada permite suponer que el próximo presidente de la República, sea quien sea, pueda detener la violencia y reinstalar la seguridad en el país.
Seguiremos presenciando el espectáculo de enfrentamientos callejeros de miembros de las fuerzas armadas contra delincuentes, y de las bandas criminales entre sí, con todo y los programas, acciones, estrategias que sugieran los expertos. La violencia desatada de manera explosiva no cederá por la sola transmisión del poder presidencial de un hombre a otro, de un partido a otro, apuntan los observadores. Por desgracia, no cambiará la dura y ruda situación nacional. No hay que hacerse ilusiones. A partir del 1 de diciembre de 2018 todo seguirá igual. Cambiarán rostros y nombres, pero las esperanzas no se harán realidad, agregan.
¿O sea que la sociedad tendrá que acostumbrarse a vivir con ese flagelo? Bueno, soluciones mágicas no existen, apuntan los expertos en la materia y aquellos funcionarios y ex funcionarios que han tenido a su cargo en los últimos tres sexenios el combate a la delincuencia organizada y desorganizada en todo el país.
Al respecto, durante el foro “La Seguridad Pública que a México le urge” celebrado hace días en el cual participaron funcionarios del Gobierno Federal y expertos en la materia, hubo un panel que se tituló: “Si fuera presidente de la República ¿qué harías para resolver la actual crisis de inseguridad y violencia en el país”?
Entre los planteamientos de los ponentes destacó el del actual Comisionado Nacional de Seguridad, Renato Sales, quien sugirió al próximo jefe del Ejecutivo diseñar e implementar una política de estado en materia de seguridad pública alejada de intereses políticos partidistas; debería ser un acuerdo en lo fundamental, y quienes trabajen en las instituciones de seguridad deberían actuar como daltónicos, no ver colores.
¿Y la política en blanco y negro que sugiere el comisionado será suficiente? Preguntan los escépticos.
Por cierto, sobre el tema de la inseguridad y la violencia crecientes, el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República, publicó un interesante estudio titulado “Linchamientos en México”, cuyo autor es Juan Pablo Aguirre Quezada, en donde destaca que los linchamientos (justicia por mano propia) van en aumento, y ponen en evidencia la crisis de la impartición de justicia; son actos que demuestran la debilidad de las instituciones de justicia y las encargadas de brindar la seguridad pública. Si bien es un fenómeno global, en México se han repetido diferentes casos debido al hartazgo de la población por la inseguridad y actividades de la delincuencia organizada, aunque también ha sido un método de control social ante la ingobernabilidad y errores de las corporaciones de seguridad pública, señala el documento.
No estaría mal que el mismo instituto realizara una investigación sobre los “linchamientos políticos” en el país, no sólo en la época de campañas políticas y “guerras sucias”, sino también en tiempos de paz, sugieren algunos.
Jueves 12 de Diciembre de 2024