Uno de los retos del próximo gobierno será lograr una buena gestión del agua que comienza a escasear en varias partes del país, y no sólo en la Ciudad de México.
Ya le he comentado que una de las consecuencias de la estrechez presupuestal del sector público de los últimos años ha sido la caída en la inversión pública.
En el caso de Conagua que comanda Roberto Ramírez de la Parra se registra una desplome de casi 50 por ciento.
En una proporción menor también han bajado los apoyos que recibían los organismos operadores de agua potable.
Según la consultora Recsa que comanda Humberto Armenta el presupuesto de inversión de la Conagua que en 2014 llegó a rebasar los 36 mil millones de pesos para 2018 será de sólo 15 mil 135 millones de pesos.
Como imaginará esas reducciones impactarán la disponibilidad del líquido vital en ciudades y en el campo desde ahora, de ahí la postura de Recsa es recuperar el ritmo de inversión e incluso elevar hasta 75 mil millones de pesos el presupuesto de Conagua.
Su planteamiento pasa también por lograr eficiencias en el manejo del agua en grandes concentraciones urbanas donde la mitad del líquido se desperdicia por fugas, y existen tomas clandestinas.
El otro pendiente es que tampoco se cobra adecuadamente por lo que también proliferan tomas clandestinas del vital líquido
El manejo eficiente del agua también pasa por tecnificar al campo con riego que permita elevar su aprovechamiento, y ampliar significativamente la inversión en plantas de tratamiento que son contadas en México y que han llevado a que el agua sólo se utilice una vez cuando en otros países se reutiliza hasta 7 veces antes regresar al ciclo del agua.
Y bueno, el tema toral es tener además mediciones confiables de la demanda de agua y cobrarla, pero el tema corre el riesgo de politizarse ante el cambio de gobierno en puerta, aunque es una realidad que tener agua potable será cada vez más costoso para los mexicanos.