Jacobson: un acto difícil de seguir

La decisión de Roberta Jacobson de renunciar a su puesto como embajadora de Estados Unidos en México deja un enorme vacío para la relación bilateral. Jacobson era tal vez la persona del gobierno estadounidense con mayor, mejor y más profundo conocimiento de los vínculos entre Mexico y Estados Unidos. Para varios analistas en ambos lados de la frontera, hace ya más de una década que Jacobson daba un aliento  importante a esos nexos. "América del Norte en su conjunto se empobrece ante su salida", comentó uno. Y si bien es cierto que no es la única experta a disposición del Departamento de Estado, hay cuestiones como confianza, credibilidad y relaciones que no son fácilmente remplazadas ni reemplazables. Eso es lo que Jacobson aporta aún a la relación, porque no dejará de estar vinculada con México, tan directamente quizá como lo están dos de sus predecesores más recientes inmediatos, Carlos Pascual y Tony Garza, que residen aquí parte o todo el tiempo. Pero sin restar méritos a nadie, la diferencia está en los más de diez años de estudio y trabajo sobre cuestiones de México que sirvieron a Jacobson como preparación para el puesto, desde su llegada en 2002 a la Oficina de México del Departamento de Estado, y se reflejaron en información, contactos y credibilidad para el desempeño. Y esos sólo se logran con tiempo y trabajo ético. "Es una pérdida enorme para las relaciones Estados Unidos-México, dado el inmenso respeto que se le tiene en ambos lados de la frontera y la profundidad de su conocimiento de todos los aspectos de la relación", comentó Andrew Selee, director del Migration Policy Institute y a su vez, un conocido especialista en asuntos mexicanos. Lo peor que se puede decir de Jacobson es que sirvió a su país lo mejor que pudo y supo, como dice Agustín Barrios Gómez, con la convicción de que Estados Unidos y México "sólo pueden prosperar –y yo diría sobrevivir– juntos". Cierto que Jacobson era remanente de un gobierno anterior. Su nombramiento fue hecho por Barack Obama, no sólo demócrata, sino profundamente  detestado por el ahora Presidente. El que haya sobrevivido por más de un año en un gobierno como el de Donald Trump es casi una hazaña. Esa es una experiencia que hemos vivido los mexicanos. Ningún gobierno, el actual incluido, es o ha sido inocente a la hora de desaprovechar gente o experiencia por cuestiones partidistas, políticas o incluso personales. Pero esa conciencia no hace las cosas mas fáciles, ni para Jacobson ni para sus múltiples amigos en este país.El problema será para el próximo, si es que llega. Jacobson era, por conocimientos, carácter y popularidad, la persona  ideal para limar aristas y suavizar la desagradable imagen de Trump. Era y es lo opuesto al "americano feo", ese personaje de ficción resucitado por el actual gobierno que representa el rostro más negativo. El siguiente embajador de EU en México no sólo será la cara de un gobierno cuestionado en su país y profundamente impopular en México, sino que deberá llenar grandes zapatos en términos de conocimientos, tacto y simpatías.