La campaña que viene

Hace seis años, al igual que ahora, arrancó la campaña con un puntero que se había posicionado como el principal opositor desde al menos la elección intermedia, con un(a) representante del partido en el gobierno que no lograba empatar los cartones con la oposición, y un contendiente más en discordia que planteaba una forma distinta de alternancia. El AMLO de hoy era Peña Nieto en ese entonces, así como el Ricardo Anaya del 2018 era AMLO en aquella ocasión, y es ahora José Antonio Meade, aunque no por falta de mérito propio, quien está en el tercer lugar que hace seis años ocupaba Josefina Vásquez Mota.   Las semejanzas terminan ahí. En aquella ocasión el gobierno saliente gozaba de la aprobación de la mitad de la población y el gobierno actual de menos de la cuarta parte. Y más importante aún, el puntero de ese entonces tenía una ventaja modesta en las encuestas más confiables, y ofrecía un cambio moderado para los votantes. Algo así como “lo mismo, pero gobernando bien”. Ya vimos, por cierto, qué significaba eso: no que saben decidir y concertar, sino que no tienen pudor en gobernar corrompiendo y amenazando, más que de una forma genuinamente democrática. Así los resultados, y con ello su inminente debacle electoral.   Pero lo importante ahora es lo que implica el escenario de arranque, este sí inédito en nuestro país. Andrés Manuel López Obrador ofrece un cambio radical, y aventaja en las encuestas por no menos de diez o quince puntos. Faltan, el día de hoy, solamente tres meses para la elección presidencial. Con los números disponibles, no es imposible suponer que AMLO tendría algo cercano a una mayoría en ambas cámaras. Con ella, impulsaría su agenda de rechazo a la política económica y social que se ha venido construyendo en México en los últimos 30-35 años. Esto no es poca cosa.   Y es precisamente por ello que la campaña, especialmente en radio y televisión, donde todos los días a partir del 1 de abril tendremos 48 minutos diarios de propaganda electoral, se centrará, al menos de aquí al día del primer debate, el domingo 22, en una intensa y profunda examinación sobre la personalidad y propuestas del candidato puntero.   Más que ser lo esperado, esto me parece saludable. Sé que habrá quien se queje de la falta de propuestas, y más aún, quien reclame una presunta cacería de brujas. Pero si no le damos a nuestra democracia al menos la oportunidad de escudriñar a sus posibles liderazgos, entonces le confiamos muy poco a los votantes. No auguro necesariamente una estrategia exitosa a los adversarios de AMLO. Con frecuencia los ataques desmotivan a los electores indecisos y engallan a la base del contrario. Simplemente advierto lo que viene, y sí, saludo el contraste que se ofrecerá a quien debe decidir, al ciudadano.   En el corazón de la democracia está, por encima incluso del entusiasmo por la candidatura más cercana, la crítica y rechazo a las propuestas del adversario. Ésta fortalece, como válido ejercicio de orientación y limitación del poder, nuestra vida cívica. Es indispensable para decantar implicaciones y prospectar futuros. Sea bienvenida a partir de mañana. Y que juzgue la gente.   Alejandro Poiré  Decano Ciencias Sociales y Gobierno Tecnológico de Monterrey    @AlejandroPoire