La corrupción le costó 2 mil 273 pesos a cada mexicano, nada más el año pasado. 7 mil 218 millones de pesos que son una cifra oficial, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental del Inegi.
Otros estudios del sector social y el privado ubican el costo de ese cáncer hasta en 9 por ciento del tamaño de toda nuestra economía. Es un dineral.
¿A cuántos maestros, policías y otros servidores públicos podríamos estimular pagándoles mejor? ¿Cuántas escuelas, clínicas y hospitales podríamos equipar con lo imprescindible? ¿Cuántas carreteras y obras de infraestructura confiables podríamos construir?
La corrupción nos corroe, nos estanca y nos lastima. Ya conocemos el diagnóstico, nos molesta, lo condenamos, pero ¿qué hacemos? Un combate eficaz contra ese cáncer es absolutamente posible.
Naciones enteras lo han erradicado con voluntad, determinación y disciplina. Exploremos la receta. Las tres T contra la corrupción son Transparencia, Tolerancia cero y Tecnología.
La República de Georgia obtuvo su independencia en 1991, luego de haber sido parte de la Unión Soviética.
Heredó un sistema que funcionaba a base de la corrupción y comenzó un cambio radical a partir de la llamada Revolución de las Rosas, en 2003. Para 2010, Transparencia Internacional ya la ubicaba en el primer lugar de países con reducción de la corrupción.
El primer factor para hacer eso posible fue la voluntad política de lograr el cambio. El gobierno que entró en 2003 estaba completamente comprometido con eliminar la corrupción.
Aplicó una política de tolerancia cero en todas las medidas que adoptó: reformó todos los cuerpos policiales, eliminó hasta el más mínimo nexo con el crimen organizado y multiplicó por 10 sus salarios.
Creó leyes estrictas de transparencia en el sistema tributario, que hasta permitieron bajar los impuestos, e impuso penas severas contra cualquier funcionario público o privado al que se le comprobara un acto de corrupción: encarcelaron al ministro de energía y al de transportes y comunicaciones, al jefe de la compañía de ferrocarriles y hasta al presidente de la Federación de futbol.
Eliminaron el 84 por ciento de las licencias y permisos para impulsar la apertura de empresas e inhibir sobornos. Las que permanecieron, se sistematizaron.
Funcionó tan bien que en el ranking de Facilidad para hacer negocios, escalaron del sitio 112, en 2005, al 8, en 2014. También automatizaron y transparentaron los registros civiles y públicos.
En 2004, 97 por ciento de los georgianos decían que el Registro Civil era una de las agencias más corruptas, y sólo dos años más tarde ese mismo porcentaje ya opinaba lo contrario.
Singapur es uno de los tigres asiáticos más impresionantes del presente. En la década de los 60, tenía índices de corrupción altísimos, y ahora ocupa el sexto lugar entre los países menos corruptos, según Transparencia Internacional.
La receta, igual: todo a la luz del día y a la vista, ninguna tolerancia y sistematizar lo más posible. Las tres T contra la corrupción: Transparencia, Tolerancia cero y Tecnología.
POR ADRIANA DELGADO