La realidad y la percepción

Muchísimas líneas se han escrito sobre el concepto de la realidad. Unos dicen que la realidad es lo que se ve, se palpa, se ase, se agarra; una piedra, una bandera, un plumón, un bisturí, etc. Pero hay también quien afirma que la realidad es, inclusive, lo que se siente o lo que se concibe: un miedo, una esperanza, una incertidumbre, etc. A veces, la realidad puede verse comprometida por los calificativos que le acuñamos. Decir que hace calor, por ejemplo. El termómetro marca 29 grados. Pero ¿ello significa que hace calor? Dependerá de quién lo percibe. Piense en un noruego o en un caribeño. La frontera entre realidad y percepción, es delgada y, a veces, claramente imperceptible. Pareciere que se conniven, se solapan, se confunden, se traslapan y se vuelven una sola. Confundir la percepción con la realidad puede llevarnos a errores. Quizás desde la perspectiva psicológica, aquella sea fundamental para ésta última. Pero en materia económica, por ejemplo, poner de por medio los números y las comparaciones sea suficiente para acomodarlas y ver que existe diferencia importante entre ambas. Un país que no genera los ingresos suficientes y que necesita pedir prestado para cubrir sus gastos, no es un país pobre, es un país endeudado. Otro donde se cobran efectivamente los impuestos a sus ciudadanos, no es un país rico, es un país con una tasa de efectividad en el pago de sus contribuciones e impuestos. Un país donde mueren miles de personas violentamente al año, no necesariamente es un país con un Estado fallido, como no necesariamente existe una sociedad pacífica y lejana al crimen en un país donde únicamente se da el robo de bolsos y bicicletas por las calles. Ante las muchas voces que hoy día se conjuntan en el concierto pre electoral, ante la reyerta y el mitote, los ciudadanos debemos hacer un alto y un esfuerzo por delimitar las realidades y las percepciones. Hacer el ejercicio de conocer las propuestas específicas y con detalle. No seguir inercias, en ningún sentido; ni en lo catastrófico ni en lo próspero. Es menester analizar, sopesar, valorar, discernir, contrastar. “Todos los que forman parte de un partido político son deleznables”, podría rezar una voz que escuchemos en la radio mañana. “Todos los políticos son unos corruptos”, otra más. “Lo único que buscan es robar y dañar al pueblo”, una cuenta más para el rosario. Haga usted su propia colección de frases. ¿Son una realidad? Permítame respetuosamente compartirle algunas preguntas que, en lo personal, me ayudan a definir: ¿Quién está mejor informado? (por aquello de que no hay buenas o malas decisiones, sino informadas o no informadas). ¿Quién es capaz de congregar a un equipo de trabajo preparado para el reto? Y quizás la más importante, ¿Quién basa sus propuestas en inercias y descalificaciones? y, por el contrario, ¿quién habla de rectificar donde hay deficiencias, y seguir construyendo lo que lleva un buen rumbo?   POR SANDRO GARCÍA-ROJAS CASTILLO