La perversión de la política

La política se ha convertido en una actividad ponzoñosa.   Es la naturaleza de la política ideológica. O lo que pase hoy por eso. Puede ser México, EU o donde sea.   Y menos que una cuestión de ideologías es algo de partidos y de descalificación personal del adversario. Es el "nosotros", los buenos, los inteligentes, los honrados; contra "ellos", los malos, los idiotas, los corruptos.   Quien sea "nosotros" o "ellos" depende del punto de vista. Pero no cambia el resultado: los "otros" están descalificados y son responsables de cualquier pecado o aberración bajo el Sol —o la Luna, para no hacer excepciones—.   A lo largo de la historia lo único que ha evolucionado es la forma o la definición del grupo que reclame la "superioridad", sea moral, cultural, racial o ideológica.   Puede ser o haber sido la familia, clan, tribu, ciudad, nación, país, imperio, logia, religión, o el "ismo". El lenguaje es igual: los "otros" son culpables de los problemas, y no tienen justificación, sus argumentos son absurdos, producto de la corrupción o de la estupidez.   Es el siglo XXI y las cosas no han cambiado; ahora los pretextos de exclusión incluyen la forma de pensar y los medios de difusión son más eficientes y tienen ecos de enormes reverberaciones.   Pero los mismos que reclaman libertades cuando son oposición, las suprimen cuando tienen el poder.   Las medidas o decisiones tomadas por los "buenos" son mejores que las tomadas por los "malos", no importa que sean las mismas o que no haya otra alternativa.   Es la naturaleza de la política por ideología, esa en que el rival es corrupto, ignorante y merece cualquier desgracia .   Y hoy hasta los niños, o las víctimas de atentados, son objeto de ataques o de adulación, según la utilidad del punto de vista que expresen en sus opiniones políticas.   Y eso se agudiza en temporada electoral.