¡No es cáscara!

BLASONES   El más reciente dislate de Juan Carlos Osorio fue el siguiente: “Esto se trata de dar oportunidad a todos”. Se refería a utilizar a la totalidad de jugadores de que dispone, afianzando la percepción de que la Selección Mexicana es un grupo de comodines que en cualquier momento pueden ser titulares. En los partidos ante Islandia y Croacia utilizó a 17 jugadores. Sólo dejó en la banca a Alfredo TalaveraOswaldo Alanís y Jonathan González.   Esta forma de proceder es apoyada por sus dirigidos: “No nos molestan sus rotaciones”, aseguró Andrés Guardado, líder del equipo nacional. Ninguna voz reaccionaria, ningún atisbo de rebelión o inconformidad, que nadie se mueva, embrujo total ante la retórica conocedora y a la vez intrincada del entrenador. ¿En dónde quedó el celo de quien se sabe titular y no soportaría que lo mandaran a la banca?   ¿Oportunidad a todos?, ¡cómo!, esta no es la Feria del Empleo del Palacio de los Deportes, ni una bolsa de trabajo, ni el discurso de un candidato a la presidencia.   Tampoco es un casting ni mucho menos una cáscara de amigos donde todos juegan, en premio a la hazaña de llegar crudos a la cancha desde lugares lejanos un domingo por la mañana.   Una Selección Nacional, resultado de la elección meticulosa de jugadores de élite, no puede manejarse de esa manera, porque entonces los futbolistas menos buenos tienen las mismas posibilidades de jugar que los supuestos estelares. Y eso abarata la titularidad.   En otro momento de la conferencia previa al duelo ante la diezmada escuadra de Croacia —que aún sin sus principales figuras derrotó a la Selección tras una patada grosera, una increíble desconcentración de Miguel Layún—, Osorio mencionó a Govea y a Álvarez, entre otros, con ánimo de mirar al futuro.   Pero si bien es indispensable empezar a forjar a las próximas figuras de nuestro balompié, ¿qué tanto caso tenía ponerlos a jugar cuando lo que urge es afianzar a jugadores que, a diferencia de ellos, seguramente sí serán titulares en el Mundial?   Es decir, hay tiempo para todo, y así como era improcedente pedirle a Rubén Omar Romano programar a más jóvenes en un Atlas con problemas de descenso, resulta anticlimático hablar del “futuro” cuando el  Mundial está a la vuelta de la esquina.   Para colmo, salvo algunos pasajes en los partidos contra Uruguay, Portugal y Bélgica, el cuadro nacional sigue muy lejos de brindar partidos redondos y de alcanzar el juego de conjunto que se requiere para llegar como navaja al tremendo partido contra Alemania del 17 de junio.   La Selección Mexicana es un enorme signo de interrogación, a 77 días de la justa en la tierra de los zares.   POR HERIBETO MURRIETA