“… y el lobo astuto, logró engañar a un rebaño de ovejas y a su pastor. Estuvo disimuladamente entre ellos, hasta que no pudo sostener más el disfraz; sus balidos ya no imitaban a una oveja, aullaba como lo que era, un lobo”.
Más o menos así le está pasando a Andrés Manuel López Obrador. Ha querido hacerse pasar como una oveja liberal, y el disfraz se le ha ido cayendo. Ya se le ve como lo que es en realidad, un lobo conservador y totalitario.
En una reciente entrevista colectiva que sostuvo en una televisora, el dueño de Morena afirmó, entre otras barbaridades, que tiene gran desconfianza hacia las organizaciones de la sociedad civil. Frase acuñada por políticos de corte antiliberal mesiánico, como Fidel Castro y Hugo Chávez. Para ellos, todo lo que se mueva que no sean sus seguidores, rebaño, no es digno de confianza. Su máxima, estás conmigo o contra mí, no hay de otra.
En sus aspiraciones presidenciales, mínimo debiera saber López que esas agrupaciones, a las que seguramente pertenecen muchos de sus seguidores y simpatizantes, son ciudadanos con todo derecho a organizarse a partir de un interés común relacionado con la vida pública y la política. Debiera saber, que los ciudadanos son el actor político angular de un sistema político y social liberal, que son la figura política que sustituye al siervo del sistema feudal, y que promueven las libertades de poseer, tránsito, expresión y pensamiento, posibles solo gracias a la democracia y el estado de derecho.
López, y quien desconfíe de la sociedad civil, desconfía de la ciudadanía, y quien desconfía de la ciudadanía y no está dispuesto a respetarle sus derechos y libertades, no es más que un conservador o dictador, y así no se puede gobernar México.
Por ahí, alguien debiera decirle a López, perdido en su obsesiva aspiración presidencial, que tampoco tiene nada de liberal proponer como objetivo de gobierno el bienestar del alma y la creación de una constitución moral. El alma y la moral existen independientemente de la voluntad de las personas, son un producto histórico social, dependen exclusivamente de la libertad de la persona, y jamás será función del estado moldearlas. Cada persona actúa de acuerdo con los valores y principios que considera convenientes para su vida, y satisface su bienestar espiritual con las doctrinas religiosas o de pensamiento con las que está de acuerdo. Nadie que se presuma liberal, propondría intervenir o interferir en estas libertades; esta posición es conservadora y totalitaria modo López. Coincido con quienes sostienen que su liberalismo es un mito, un disfraz que no le queda para nada.
Diacrítico: Pareciera que los años de fósil de López Obrador le hicieron olvidar las fábulas y refranes de la primaria. Ni aprendió la moraleja del lobo que fue víctima de si mismo, ni la de la mona aquella que se vistió de seda, y mona se quedó. Y dicho sea de paso, no vaya siendo que con el triunfalismo que trae, se lo lleve la corriente como al camarón que se durmió.
Por Jorge Camacho
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