En un país como México, es indispensable que no exista diferencia, tanto en lo práctico como en lo escrito, entre los que ocupan espacios en los poderes públicos y el resto de la ciudadanía. Así de claro.
En todos los niveles, ámbitos de gobierno y esferas de lo público no pueden existir prerrogativas más allá de lo que marca la ley; retomando a José María Morelos y Pavón, en su documento que moldeó a nuestra nación hace más de 200 años, sólo nos debe diferenciar el vicio y la virtud.
En estos momentos que vive el país, no cabe duda que debemos poner más atención en aquellas agendas que posicionen temas primordiales para nuestra vida pública.
Para nadie es secreto: la inseguridad, el combate a la corrupción y el crecimiento incluyente serán los ejes básicos de las propuestas de quienes pretenden gobernarnos, por lo que las propuestas en torno a ellos no deben ser tomadas a la ligera.
Los mexicanos tenemos la responsabilidad de contrastar ideas y elegir aquellas que formulen una transformación para bien de nuestras instituciones.
Hay que recordar que el espíritu de la figura del fuero, de acuerdo con el artículo 61 constitucional, indica que los “diputados y senadores son inviolables por las opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos y jamás podrán ser reconvenidos por ellas”.
Si bien se estableció como un instrumento legal para evitar abusos entre los poderes, gradual y erróneamente constituyó un medio que promueve la impunidad, en mayor o menor medida.
En este sentido, debemos dejar claro que el ejercicio de un puesto público no debe, ni debió nunca, suponer alguna diferencia a la hora de juzgar a alguien por algún delito o falta. La construcción de una sociedad de derechos, donde los ciudadanos se sepan responsables de sus acciones en todo momento, implica el reconocimiento de este principio.
De ahí que, para funcionar mejor, México necesita de un piso parejo para todos sus habitantes, ante los ojos de la ley, para ir generando mecanismos que le pongan un alto, de una vez por todas, a la impunidad antes mencionada.
Por ello, celebro la postura de quienes incorporan estos elementos en el debate nacional, no sólo como parte de una campaña o estrategia, sino porque como mexicanos, debemos empujar esta agenda sin importar colores o simpatías.
La construcción del México que anhelamos, pero también necesitamos, transita necesariamente por acabar con privilegios de todo tipo; sólo el amor por nuestro país, el trabajo arduo y honesto, y la inversión transparente y generosa puede generar el crecimiento de personas y familias en este nuevo camino que nos estamos planteando.
POR JAVIER GARCÍA BEJOS
Subsecretario de Planeación de Sedesol