La Rusia de Putin ¿aislada? ¿de veras?

Cuenta una leyenda urbana que ya en dos ocasiones el diario británico The Times declaró "aislado" al continente europeo, en un caso por la rupturas de cables telegráficos y en otro debido a la neblina. Uno de esos titulares habría ocurrido a fines del siglo XIX y el otro en 1957. Ciertamente ninguno de los dos ocurrió en la realidad, pero bien podrían haberlo hecho. Después de todo la historia de Gran Bretaña en particular ha sido geocéntrica, como corresponde a un imperio que estaba en su apogeo en el siglo antepasado y todavía se sentía como tal a mediados del siglo XX. La idea de que el continente eurasiático, la mayor masa de tierra del planeta, pudiera quedar aislado de una isla y no al revés, da entre bromas y veras una idea de la noción que los británicos tienen o tenían de si mismos, una que no es ajena tampoco a los europeos o a los estadounidenses. La historia viene a cuento porque al abordar la reelección del presidente Vladimir Putin, el cable de una agencia de noticias europea declaró que Rusia está aislada por las sanciones impuestas por los países occidentales, parte por su intervención en Siria, parte por sus presuntas interferencias en las elecciones de otros países, en especial EU. Claro que la declaración de aislamiento de Rusia es relativa: en lo geográfico, su territorio abarca el equivalente de 11 husos horarios y tiene fronteras terrestres y marinas con 16 países, del Océano Pacífico al Mar Báltico, de Estados Unidos a Polonia. A nivel económico es más cuestionable por su comercio ruso con una China que devora materias primas y un intercambio con Europa, luego de las sanciones de 2014. En lo político resulta aún más complicado: ¿como "aislar" a un país al que se acusa de posibles interferencias electorales en Estados Unidos y otros países? La versión, por supuesto, es rechazada por los rusos, al menos oficialmente. Pero la forma de actuar de Estados Unidos y sus aliados europeos da nuevas alas a la postura de Putin, basada en el renaciente nacionalismo ruso. Las tesis de que el mundo se aproxima a una nueva "Guerra Fría", aunque menos ideológica y más estratégica, es un juego geopolítico históricamente familiar a los rusos que los lleva junto al gobierno Putin a tratar de asegurar sus fronteras. El puro tamaño de Rusia y su impacto en Europa y Asia le asegura un lugar entre las potencias, aun cuando como ocurrió en el siglo XIX fuera considerada como secundaria por las potencias europeas. La Revolución Rusa de 1917 y la creación de la Unión Soviética, con su carga ideológica, dio a los rusos una nueva noción de su lugar en el mundo y una renovada idea de su importancia, perdida con la disolución de la URSS. Hace un par de años una organización noticiosa basada en Rusia declaraba enfáticamente que la tercera guerra mundial había comenzado y se libraba a través de la información. La promesa implícita de Putin a los rusos es que restablecerá la grandeza rusa. Frente a sus ciudadanos las quejas y los ataques occidentales le dan razón.   Jose.carreno@heraldodemexico.com.mx @carrenojose1