¡Cállate Chachalaca!

Así le espetó Andrés Manuel López Obrador a Vicente Fox, entonces presidente de México en 2006, cuando criticó su proyecto populista. El hecho generó la condena de la opinión pública, el temor a un hombre que no respeta la opinión de los demás y el peligro de un sensor de la libre expresión. El “cállate chachalaca” significó para López Obrador su Waterloo; se estancó en las preferencias, bajó en las encuestas y al final lo rebasó, por apenas un 0.56 por ciento, Felipe Calderón Hinojosa quien lo derrotó en aquella elección. López Obrador volvió a gritar “cállate chachalaca” pero en su versión 2018. Le dijo a Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura 2010 y duro crítico del populismo mundial que, “es muy buen escritor, pero de política no sabe nada”. Vargas Llosa se refirió a Andrés Manuel López Obrador como el representante de “una democracia populista y demagógica, con recetas absolutamente fracasadas en el mundo entero”. No dijo nada nuevo. Todos sabemos, hasta los propios obradoristas, que López trae un discurso prehistórico, anquilosado, cargado de odio social y de clase, que lo que busca es dividir a la sociedad para capitalizar un deseo de revancha y de venganza política. Ahora Mario Vargas Llosa, con toda su credibilidad, lanza una advertencia a México: “votar por López Obrador sería un suicidio, un grave retroceso para la democracia mexicana”. Vargas Llosa calificó “el proyecto” de López Obrador como una réplica de que se aplica en Venezuela; dijo que los mexicanos no vamos a ser tan insensatos como para votar por una opción que ya probó ser una tragedia en Venezuela. “El populismo no debe ganar, por el contrario, debe retroceder”, remató el laureado escritor. Lo que no contempla Vargas Llosa es la personalidad mexicana, en donde muchos están dispuestos a hacer lo que sea para ver sufrir al adversario, verlo fracasar, y esa actitud es la que permea de cara a la elección presidencial. Ha sido tanto el encono sembrado por López y sus corruptas huestes que, hay mexicanos que a sabiendas de que su voto traería en consecuencia el cierre de su fuente de empleo, su posición es la de votar por Morena, no por un deseo de evolución o mejoría, sino por un deseo de revancha, venganza y castigo. Ahora López vuelve a cometer el mismo error, acallar a sus adversarios en lugar de contagiar su idea de gobierno. Le gana el odio, está desesperado. Criticó a un premio Nobel, un premio Cervantes, a uno de los hombres más respetados de la literatura latinoamericana. No tiene remedio. Seguramente en Morena ya evalúan los daños de su nuevo “cállate chachalaca”.

Corazón que sí siente

Se acaba una era. Así como poco a poco muere la televisión tradicional, aquella de programas unitarios, telenovelas y espantosos comerciales, también mueren sus actores. Adiós Rogelio Guerra y María Rubio. Su partida se vuelve simbólica de un medio que se va.