Hace seis años era impensable que el candidato de la izquierda se presentara ante el sector bancario de nuestro país para intentar convencerlos de que es la mejor opción o al menos retirar del imaginario colectivo que era “un peligro para México” y su sector.
Sin embargo, durante la reciente participación en la Convención Bancaria todo marchaba bien, hasta que al final advirtió que de existir fraude electoral en las próximas elecciones “a ver quién amarra al tigre”. ¿Amenaza? ¿Es una vuelta al 2006 o sólo es una muestra del verdadero rostro del candidato?
Ante esta declaración cabe preguntarse también ¿cuál es el verdadero discurso del candidato? ¿Cuál es el verdadero Andrés Manuel López Obrador? ¿A quién le creemos, al discurso de la conciliación o al discurso del tigre suelto?
México necesita exactamente lo contrario, que las aguas sean apaciguadas, el lenguaje que debe prevalecer es el de conciliación, no podemos ir sembrando miedo y rencores, donde se envíe el mensaje de si no soy yo no es nadie, si no soy yo, es el infierno.
No podemos seguir sembrando el miedo o rencor entre nosotros, porque sumado al proceso electoral que estamos viviendo, del cual ya emanan dudas, agreguemos el ingrediente de la falta de propuestas de algunos candidatos, para finalizar con amenazas de que si no es él, no es nadie.
¿De verdad, el candidato aprendió que gobernar implica hacerlo con todos y para todos? ¿O lo que vimos fue un intento de estrategia a fin de mandar un mensaje ad hoc a los tiempos electorales para intentar ganar votos?
El problema de estas manifestaciones no es que busque conquistar ciertos sectores electorales, el riesgo es que estas acciones sólo terminen por confundir al electorado y no muestren el verdadero rostro de quien pretenda gobernar.
No ayuda en nada a nuestro proceso democrático que un día quiera detener la construcción del necesario nuevo aeropuerto (lo sabemos quienes sufrimos las peripecias del actual) y al otro día, señalar que buscará convencer a ciudadanos y contratistas de cambiarlo a Santa Lucía.
Se puede entender entonces las razones por la cuales no desea debatir durante el proceso de intercampañas, sin embargo, existen al menos dos debates nacionales que se avecinan y serán el marco adecuado para que nos responda, de frente, sobre la viabilidad y costo de sus propuestas y de no hacerlo, sí, pedirle que no hay necesidad de esperar a las elecciones para que vaya a morar a su rancho en Chiapas, en una de esas allá calma a su tigre.
Luis David Fernández Araya
Economista y Doctor en Finanzas
@DrLuisDavidFer