Tigre y referéndum

La frase “si se atreven a hacer un fraude electoral, me voy a Palenque y a ver quién va a amarrar al tigre”, pronunciada por Andrés Manuel López Obrador, ya es un clásico en la historia de la política mexicana. 

La estentórea advertencia ha reavivado una vieja discusión sobre la actualidad de los fraudes electorales y las confrontaciones alrededor de caudillos y caciques, conservadores y liberales; en el fondo, encierra una pregunta que entre el fervor desatado y el odio sin límites alrededor del Peje, se pierde en la selva árida de la elección presidencial: 

¿De qué dimensión es el movimiento social que da forma a Morena? 

La pregunta es un enigma de grandes proporciones y es relevante porque involucra temas y discusiones vigentes en la elección. Apenas un par de días, el influyente Wall Street Journal explicaba en un artículo que López Obrador intenta “poner de cabeza” el recién abierto sector energético mexicano. 

De acuerdo con el reportaje, firmado por el periodista Robbie Whelan, López Obrador ha confundido a los inversionistas en México al decir que congelará la inversión privada en exploración y producción de petróleo con “consecuencias dramáticas para la economía mexicana y las refinerías del Golfo de Estados Unidos”. Eventualmente, explica, López Obrador “quiere detener por completo las exportaciones de petróleo crudo una fuente primordial de ingresos para el país”. 

En esta elección miramos caras distintas (AMLO, Meade, Anaya, Margarita Zavala, El Bronco), pero las apariencias pueden ser engañosas. Lo que está en juego, y alrededor de lo cual se ha desatado una  guerra electoral sin parangón, son dos modelos económicos: la continuidad del neoliberalismo con unos pobres márgenes de crecimiento económico, y la demolición de este modelo instaurado por Carlos Salinas, si López Obrador gana la presidencia. La elección será un referéndum sobre el neoloiberalismo y sus políticas públicas. 

¿Quiénes representan al movimiento detrás de Morena? Hay un poco de todo. 

Los más pobres. Las clases sociales más afectadas por el modelo neoliberal que consolidó su expansión sobre los trabajadores con salarios castigados, los campesinos olvidados por el régimen y las clientelas electorales abandonadas de a poco. Y también una parte importante de la clase media, los estudiantes y los jóvenes sin trabajo a quienes López Obrador ha anunciado que otorgará becas de tres mil pesos; los viejos casi abandonados a la suerte de unas mísera pensiones (que también recibirán dinero público) y las amas de casa a las que el PRI comenzó a pagar el voto para Alfredo del Mazo en junio pasado, al entregarles miles de tarjetas de salario rosa. También están los empresarios enemistados con el régimen y una sociedad civil más funcional y movilizada. 

Si gana Meade, con el plan en el que tanto confía, o gana López Obrador, como todo indica hoy, es lo menos importante en un sentido: el tigre está hambriento, y quien resulte vencedor  enfrentará una bestia que no distinguirá colores o trayectorias, leyendas o  partidos. De ese tamaño es la urgencia nacional.