Priistas, panistas y hasta perredistas pegaron el grito en el cielo cuando el senador Javier Lozano renunció al PAN para incorporarse al equipo de campaña de José Antonio Meade como uno de sus voceros.
En pláticas de café, políticos y analistas de todos los colores y tendencias calificaron esa acción como craso error del candidato ciudadano.
Recitaban y recetaban cantidades industriales de adjetivos en contra de Javier Lozano. De porro no lo bajaron.
Sin embargo, echamos un vistazo rápido a los círculos más cercanos de los otros candidatos, Ricardo Anaya y Andrés Manuel López Obrador, y tampoco venden piñas. Todos, sin excepción, tienen a sus “porros”.
No se trata de vándalos que toman calles y arman disturbios, pero sí de políticos estridentes y muy buenos para el debate y la polémica.
Ese es el perfil del senador Javier Lozano y fue lo que le criticaron a Meade. Pero del lado de Anaya, por ejemplo, también se armaron con un personaje de similares características: Jorge Castañeda.
El pasado lunes publicamos en este espacio que el Joven Maravilla hizo a un lado a Santiago Creel y “reclutó” como sus asesores de cabecera a Castañeda y a Emilio Álvarez Icaza.
Son dos perfiles diferentes, pero quien se ha caracterizado por sus balandronadas es Castañeda. A él se le adjudica aquella polémica con el cubano Fidel Castro y el “comes y te vas” en el gobierno de Fox.
Algo parecido esperan que haga en esta campaña, junto con el dirigente de MC Dante Delgado, promotor y protector de Anaya en la coalición Por México al Frente.
Del lado de Andrés Manuel, dentro y fuera de Morena ubican a dos personajes con esas características: el recién desempacado Marcelo Ebrard y al zacatecano Ricardo Monreal.
Fueron nombrados defensores del voto en diferentes regiones y, posteriormente serán candidatos a cargos de elección popular.
Pero mientras llegan las postulaciones, tienen asignadas dos tareas: reclutar a panistas y priistas resentidos, como lo hizo Ebrard en Jalisco, y convertirse en voceros de temas relevantes.
Defenderán las causas de AMLO, tope donde tope el debate, porque los asesores del tabasqueño “rezan” todos los días para evitar que se desboque y se enrede en polémicas como la que tuvo con Jesús Silva-Herzog Márquez y Enrique Krauze.
Su misión, como la de Castañeda y la de Javier Lozano, es ponerse los guantes cada que sea necesario.
Fuera máscaras. Seamos honestos, sin estos personajes el proceso electoral sería más aburrido de lo ya es. Sólo falta ver quién trae la reserva más alta de saliva y quién traga más pinole.
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Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “La defensa es para tiempos de escasez, el ataque para tiempos de abundancia.”
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