Mariana Gómez del Campo: ¿Después de los sismos de septiembre de 2017, qué sigue?

México padeció de nueva cuenta en septiembre de 2017 una serie de sismos, que azotaron con gran fuerza a los estados de Morelos, Oaxaca, Chiapas y la CDMX, lo que arrojó pérdidas económicas por más de dos mil millones de dólares, de acuerdo con cifras de la Coordinación Nacional de Protección Civil; lo peor fue la pérdida de vidas que ascendió a 357, siendo la capital del país la entidad que más decesos registró con cerca de 200 personas. Las afectaciones que dejaron los sismos fueron sumamente cuantiosas, más de 55 mil viviendas afectadas, mil 355 escuelas y 106 edificios públicos dañados, muchas edificaciones con valor histórico resultaron severamente golpeadas. Vale la pena destacar que el país entero mostró una capacidad enorme de movilización para solidarizarse con las regiones que se vieron afectadas por este desastre natural, una vez más, México reflejó ser un gran país, siendo la población joven la que se volcó para ayudar en todas las zonas donde hubo derrumbes y víctimas. Actualmente todas las poblaciones del país que resultaron afectadas por los sismos se encuentran en proceso de reconstrucción, pero también son muchos los afectados que aún no reciben apoyo de las instituciones gubernamentales locales y federales. Es el caso de los habitantes de las delegaciones Tláhuac, Xochimilco y de cientos de personas del Multifamiliar Tlalpan en Coyoacán. Familias enteras que se refugian bajo lonas o láminas porque ni siquiera tienen a quien acudir. En una situación similar se encuentran miles de personas en Arriaga, Tonalá y Pijijiapan, Chiapas. De hecho, visité algunas comunidades en donde pude constatar que la presencia gubernamental se reducía a unas pintas en las puertas de las casas en las que señalaban el tipo de riesgo que enfrentaban, pero no habían recibido ni tarjetas de apoyo, ni materiales, ni donaciones de algún tipo y mucho menos información. Después de todo lo ocurrido, no debemos olvidar la magnitud de la tragedia, en primer lugar, para que todos los afectados obtengan un beneficio sin comprometer su futuro por deudas con créditos bancarios. Los sismos también nos recordaron la gran vulnerabilidad del país en materia de desastres naturales, el avance que se ha alcanzado con el sistema de alertamiento sísmico y en materia de nueva reglamentación sobre construcción, sin embargo, siguen existiendo pendientes en materia preventiva, en la supervisión de inmuebles que como el Colegio Rébsamen fueron modificados y que representan un riesgo. Hace falta transparentar la recepción, el destino y beneficiarios de los recursos públicos, así como de las donaciones privadas y apoyos internacionales. Dejo esto para la re- flexión, cada familia, cada habitante y cada autoridad debe tener identificado claramente qué hacer ante una eventualidad.