Javier García Bejos: Trayectoria con sentido

El Informe sobre la Situación de Pobreza y Rezago Social fue publicado la semana pasada por la Secretaría de Desarrollo Social, como lo ha hecho desde el 2014. Esta edición destaca la relación entre la reducción acelerada de las carencias sociales en la administración del presidente Peña Nieto, y las políticas públicas que se han emprendido para garantizar el ejercicio pleno de derechos sociales; en particular, la Estrategia Nacional de Inclusión (ENI) ha fungido como mecanismo articulador que focaliza acciones, entre dependencias y niveles de gobierno, que se traducen en menores índices de pobreza. En primera instancia, la primera publicación del Informe coincidió con la emisión de nuevos lineamientos generales para el uso del Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social (FAIS). De esta forma, privilegiando regiones con mayores índices de pobreza multidimensional, el FAIS pasó de 53% de recursos destinados al abatimiento de carencias sociales en 2014, a 71% en 2017 (el porcentaje era menor a 30% en 2012). Por otro lado, está la implementación de la ENI, establecida en 2016 y que coordina esfuerzos para reducir carencias a través de diagnósticos precisos por estado y acciones conjuntas entre los gobiernos locales y la Federación. En poco menos de 18 meses desde su creación, en el marco de la ENI, 5.1 millones de mexicanos en condición de pobreza extrema alimentaria fueron apoyados mediante algún programa federal. Además, 2.2 millones acreditaron la educación primaria o secundaria, y 17.8 millones de beneficiarios de los programas Prospera y Pensión para Adultos Mayores se afiliaron o re-afiliaron al Seguro Popular. Con esta línea, que nos ha tomado años institucionalizar, evaluar y mejorar, hoy podemos decir que los resultados a nivel local son también alentadores. Entre 2014 y 2016, 29 entidades disminuyeron la pobreza extrema, con lo que hoy 25 entidades tienen mínimos históricos en esta dimensión. Además, 622 municipios mejoraron su condición dentro de los quintiles de este rubro; la coordinación y el diálogo en esta política social de Estado se están traduciendo en mejores niveles de vida. Al final, los resultados nos indican que tenemos las herramientas y la voluntad para que ningún niño mexicano que nazca de hoy en adelante tenga que padecer pobreza extrema. Por ejemplo, en 2016, sin transferencias monetarias y no monetarias, 2.1 millones más se hubieran encontrado en ella. La inercia nos debe convocar para seguir incorporando a todos los sectores y guiar a las autoridades locales para traducir inversiones en resultados. De esto se trata la valoración de políticas públicas y la divulgación de información: consolidar estrategias para generar buenas noticias.