Laudos mal sancionados

En México, la historia de impunidad que le sigue a los épicos desfalcos de los gobiernos es cosa de todos los días. Pero aun cuando se aplica la ley, hay un sesgo que no termina de sancionar al infractor de origen, sino al que está más a la mano para responder. O lo que es lo mismo: los tribunales no buscan quién en realidad la debe, sino quién la pague. Recientemente se conoció de la disolución del Cabildo en dos ayuntamientos (Coacalco, en el Edomex, y Paraíso, en Tabasco), con sendas consignaciones a los ediles, por el incumplimiento de laudos laborales. La causa, en estricta aplicación del Derecho Positivo, alcanzó un final justo: las personas –físicas o morales– que reclaman el impago de sus servicios o mercancías proveídas, son retribuidas en consecuencia. El quid está en que la sanción se está aplicando a los nuevos ayuntamientos, como marca la ley, por supuesto, pero exime en absoluto a los originales generadores del adeudo. En Naucalpan, por ejemplo, están en ese terrorífico escenario. Un demandante obtuvo contratos por obras de bacheo y repavimentación que, en conjunto, suman 23 facturas por 119 millones de pesos, los cuales no se pagaron. El juicio, identificado como el 40/2015, inició en 2015 y el laudo, más tarde que temprano, se lo cargarán a la administración actual, que inició en 2016; pero los trabajos se contrataron (y se impagaron) en el periodo de la priista Azucena Olivares (sigue en la palestra de los dineros no aclarados, por si alguien ya se había olvidado de ella). El demandante es un empresario de nombre Carlos Tello Chávez, las firmas a las que se asignaron esos contratos son Cotel, Temecsa y Pavimentaciones Tell, todas ellas de su propiedad. Las obras debieron hacerse en 2009, 2011 y 2012. Las preguntas que saltan a la luz son varias, pero la gran interrogante es ¿por qué Azucena Olivares contrató a un particular para bachear y pavimentar el municipio, cuando cuenta con una asfaltadora propia, de última generación, que costó al erario 50 millones de pesos. La asfaltadora abandonada, por cierto, la compró el exalcalde José Luis Durán, y nunca se ocupó. Hoy la rematan casi como fierro viejo. Otra: ¿por qué la Contraloría del Edomex del priista gobierno del Edomex no le pone ojo a la priista Azucena Olivares en ese priista periodo en Naucalpan, y así contrasta las obras contratadas (y no pagadas, según el juicio) y el trabajo que se entregó? Dicho sea de paso, no se notó trabajo de bacheo en esos años en la zona. Recordemos la celebrísima frase del ex alcalde David Sánchez, quien sucedió a Olivares, y al inicio de su periodo dijo que el territorio era prácticamente un cráter y se justificó diciendo que “no había inventado Naucalpan”, que así se lo había encontrado al llegar. Suspicacias corren respecto a que si el particular hizo efectivos los contratos impagados porque tronó la relación con Guillermo González (el marido y manager de Olivares), no han comprobado ser más que eso, rumores, pero que la responsabilidad de la priista ha quedado excluida, es un hecho. Por los desmembramientos de cabildos, donde los ediles actuales han sido destituidos por no poder administrar la pobreza en que reciben sus ayuntamientos para pagar las deudas de otros, vale la pena poner luz en el asunto.