La divulgación de un memorando confidencial preparado por legisladores republicanos con una visión política para exculpar o justificar incluso al presidente Donald Trump está hoy en el centro de una controversia que algunos definen como una "guerra" entre instituciones.
En el polarizado ambiente de la política estadounidense algunos como el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara Baja, Devin Nunes, creen que el Presidente es objeto de un ataque y que los hechos, al menos tal como los ven algunos republicanos, justifican y exoneran a Trump.
Para otros, como el también diputado Adam Schiff, la contraparte demócrata de Nunes, tienen una visión absolutamente opuesta y su propia interpretación de los hechos.
Pero la formulación republicana es particularmente problemática porque en su defensa política del Presidente lleva implícito el cuestionamiento de sus instituciones, especialmente las de justicia.
Por lo menos eso parece el sentido de la "guerra" que confronta a Trump y sus aliados con el Departamento de Justicia en general y la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) en particular. Pero es un choque en el que a final de cuentas no puede haber ganadores.
El FBI no sólo ejecuta investigaciones criminales sino que tiene a su cargo las funciones de contraespionaje, y por tanto está obligada a investigar la presunta intervención rusa en las elecciones estadounidenses.
El FBI es la organización que sirve como base de trabajo para el fiscal especial, Robert Mueller, y su indagación sobre los contactos entre agentes rusos y elementos de la campaña electoral de Trump.
Muchos funcionarios y políticos estadounidenses aseguran enfáticamente que hubo injerencia rusa en las elecciones y que en ese marco hubo entrevistas entre agentes rusos y allegados de Trump, incluso su hijo Donald Jr. y su yerno Jared Kushner.
Algunos afirman también que por la forma en que se ha comportado el propio presidente Trump, es posible no sólo que haya estado enterado de esos vínculos, sino incluso haya tratado de esconderlos o de detener la investigación.
Se sabe que Trump está irritado con su procurador general, el ex senador Jeff Sessions, por haberse recusado en cuanto al nombramiento de Mueller y la investigación rusa en general; se sabe que no vería mal el despido o el relevo del subprocurador Rod Rosenstein, y que no tuvo problema en la divulgación del memorando confidencial, mas político que investigativo, escrito por Nunes.
El conflicto puede parecer disparejo. Después de todo, Trump es el presidente de EU y tiene a su disposición el aparato propagandístico de la Casa Blanca y el respaldo del partido mayoritario en el Congreso. Pero los republicanos parecen haber evolucionado de ser un partido "de ley y orden" hacia el trumpismo -sea lo que sea que eso significa.
Pero en Washington hay un viejo refrán: "No te metas en una guerra de filtraciones con el FBI". Principalmente porque tiene credibilidad, al menos ante los medios tradicionales y una mayoría de los estadounidenses.