El Tuzogate que salió a la luz la semana pasada tiene su punto medular en el uso de recursos públicos por parte de los equipos profesionales de futbol, en este caso el club Pachuca cuyo dueño, Jesús Martínez, ha recibido, en dinero y en especie, cantidades hasta hoy no cuantificadas. Los gobernadores priistas Jesús Murillo Karam, Manuel Ángel Núñez Soto y Miguel Ángel Osorio Chong le abrieron las arcas públicas para construir el imperio del futbol que todos conocemos.
No debemos perder de vista que a partir de 2005 medios de comunicación nacionales y locales pusieron un reflector sobre el hecho de que Martínez recibía privilegios y prebendas de parte de los gobernadores priistas para operar al equipo, construir la universidad del futbol, el salón de la fama, un hotel de grand turismo y todo aquello que hizo de Pachuca una ciudad donde todo es tuzo, donde todo apunta al club que fue denominado “el equipo de México”.
¿Por qué cobra importancia este tema más de una década después? ¿Por qué una información que ya se conocía volvió a ser nota cuando Televisa –en una especie de fuego amigo- desnudó las prácticas de Jesús Martínez con la complacencia de los gobiernos estatales priistas? Porque en todos estos años ni el gobierno ni Jesús Martínez han sido transparentes ni han rendido cuentas.
Hace unos días el presidente de la Liga Mexicana de Beisbol, Javier Salinas, decía que no debemos satanizar que los gobiernos usen recursos públicos porque eso ocurre en todo el mundo, ya sea para construir infraestructura deportiva o bien para respaldar eventos deportivos de gran calado. El directivo tocó un punto medular: siempre y cuando haya transparencia, festejemos que el dinero de todos se use en el deporte profesional.
Ese es justamente el problema en este caso. No habría Tuzogate si desde el inicio el gobierno, el Congreso Estatal y todos aquellos entes gubernamentales nos hubieran contado peso por peso cuánto le han dado al Pachuca o cuánto ha dejado de pagar en impuestos. Si el propio club cada año hubiera rendido cuentas ante los legisladores, si cada vez que a través de una solicitud de acceso a la información hubiera entregado documentos, si hubiéramos visto las facturas con las que comprobaron el dinero que recibieron o los terrenos donados otra cosa sería.
No estamos tarde si en este momento le exigimos tanto a Jesús Martínez como al gobierno del estado de Hidalgo que pongan ante los ojos de todos los informes financieros que transparente cuánto y qué ha recibido el Pachuca. Esto no puede quedar como un escándalo mediático. Martínez tiene que decirnos de qué tamaño era su patrimonio antes de que prácticamente le regalaran al Pachuca y le pusieran en bandeja de plata la construcción de un emporio futbolero y a cuánto asciende en este momento. Ojalá que la Secretaría de Hacienda revise cuánto pagan de impuestos Jesús Martínez y sus familiares como personas físicas y también verifique lo mismo sobre sus empresas.
Diacrítico. Necesitamos que se realice una investigación profunda que demuestre que, efectivamente, sobre el ejercicio de dinero público Martínez no acumuló una riqueza insultante. Exijamos al gobierno de Hidalgo que desempolve sus archivos en pos de la transparencia y de la rendición de cuentas y si hubo excesos o abusos que se sancionen. El deporte es un caldo de cultivo perfecto para la corrupción. Y los priistas, también aquí, tienen las manos llenas de lodo.