El próximo primero de julio, los mexicanos decidiremos quién será nuestro próximo presidente, hay muchos otros cargos en juego; gubernaturas, alcaldías y diputaciones, pero nada despierta tanta pasión en la arena política como la Presidencia de la República, es un ambiente que conocemos bien los ciudadanos, cada seis años, con sus peculiaridades, se repite la misma historia y la misma consecuencia; la polarización política.
Apenas estamos en la etapa de precampañas y ya pueden percibirse sus efectos, principalmente en las redes sociales.
Wikipedia menciona: “En política, polarización es el proceso por el cual la opinión pública se divide en dos extremos opuestos. También se refiere a las facciones extremas de un partido político que ganan espacio o apoyo dentro del mismo. En cualquiera de los casos, como consecuencia de la polarización, las voces moderadas pierden poder e influencia”.
Apostar como estrategia política a la polarización de la sociedad y que el campo de batalla de tan cuestionada maniobra sean las redes sociales, sí es un peligro para México.
Todos los candidatos conocen las posibles consecuencias de sus declaraciones y posturas políticas, es decir, no les son ajenos los efectos. También son los comandantes que definen la estrategia de su campaña en las redes sociales, por eso, su responsabilidad es directa si estas acciones derivan en la polarización de los ciudadanos.
El uso de las nuevas tecnologías ha generado grandes cambios en nuestra sociedad, incluso en la forma de hacer política, uno de ellos es que cualquier simpatizante de un partido político o candidato ya no necesaria- mente tiene que ser un mero espectador de la contienda, desde la comodidad de su hogar y a través de un sólo clic, tiene dos opciones; convertirse en promotor activo de ideas, posiciones, propuestas y actividades de su candidato favorito; o convertirse en portavoz de descalificativos, mentiras, agresiones y fake news con la intención de dañar a los adversarios políticos del que en su mente, es la mejor opción para el país.
La primera opción es loable, sin duda alguna es parte de los nuevos ejercicios de participación ciudadana y fortalece la democracia, en un mundo comunicado por Facebook, Instagram, Twitter, Whastapp y otras redes sociales, tenemos el derecho pleno de expresar nuestras ideas, incluso políticas sin que exista prácticamente, ningún tipo de censura; en cambio la segunda opción me parece, por decir lo menos, nada conveniente para nuestra sociedad, pues estas conductas generan la animadversión de los que se consideran son los contrarios.
Las disputas entre ciudadanos en las redes sociales por defender o atacar un proyecto político cada vez son mas frecuentes y de mayor intensidad, si la mesura, no es parte de la esencia de su candidato predilecto, lo invito a reflexionar si realmente vale la pena entrar en conflicto con otros ciudadanos, pues podremos opinar distinto, querer distinto, pensar distinto, votar distinto, pero al fin y al cabo todos somos mexicanos.
ANALISTA POLÍTICO, PRD