Mirando Al Otro Lado
Por: Ricardo Pascoe
De acuerdo con reportes de la Organización Panamericana de Salud (OPS) y el Anuario Estadístico de Salud publicado por el gobierno de Cuba, la tasa de suicidio en ese país tiene uno de los índices más elevados en América Latina. Los datos revelan que muertos por suicido en Cuba ronda la tasa de 16.3 por cada 100,000 personas. La tasa promedio de muerte por suicido en América Latina se ubica en 7.3 por cada 100,000 habitantes, menor al promedio mundial de 11.4 por cada 100,000 personas.
Sin embargo, sería atrevido afirmar que la tasa de suicido es atribuible exclusivamente a problemas del sistema social y el fracaso del modelo político. Hay que matizar los juicios flamígeros, pues muchos temas que llevan a una conducta suicida tienen raíces en problemas biológicos, psicológicos y, también, de adaptación o rechazo sociales. Las comunidades humanas tienen sus aportes importantes a la civilización y la civilidad, pero también padecen de puntos ciegos que les impiden ver conductas sociales destructivas que afectan gravemente el desarrollo del individuo.
Esta reflexión sobre el suicidio en Cuba viene a la mente ante el suicidio en Cuba del hijo primogénito de Fidel Castro Ruz, Fidel Castro Díaz Balart, conocido como Fidelito. Habrá quienes quieran poner este suicidio como muestra del fracaso del régimen político en ese país, así como habrá quienes prefieran reducirlo a un asunto personalísimo, debido a “debilidades personales”, casi al margen, incluso, de su familia. Es imposible resistir la tentación de hacer un recuento de los posibles significados del suicido de Fidelito. Lo primero a constatar es que es una tragedia individual y familiar. La pérdida inesperada de un hijo, esposo o padre es causa de una gran tristeza, para quien sea. Especialmente cuando la causa diagnosticada como causal del suicidio fue la depresión.
En tiempos de la revolución bioquímica y neurológica, existen muchos medicamentos para combatir la depresión. No se erradica la depresión, pero se administra. Siendo hijo del ex Presidente de Cuba, se pensaría que Fidelito tenía acceso a los más avanzados tratamientos para controlar su depresión, incluso, como lo anunciaron los medios de comunicación cubanos, en su condición de “paciente ambulatorio”. Pero tal parece que el tratamiento médico ofrecido a Fidelito no estuvo a la altura de la “medicina de clase mundial” que presumiblemente existe en Cuba.
Es inevitable considerar aspectos del entorno político de Fidelito que podrían dar origen al estado depresivo que padecía. Si bien la vida en Cuba no ha cambiado para la gran mayoría de sus habitantes, sí ha cambiado radicalmente dentro de la clase política gobernante. Los últimos meses de vida de Fidel Castro Ruz fueron marcados por una amarga discrepancia con su hermano Raúl sobre el acuerdo que éste pactó con Obama. Fidel se presentó a la reunión de Comité Central del PC cubano a principios de 2016 y logró que ese cuerpo aprobara un resolutivo que, en los hechos, era una reprobación a Raúl por el acuerdo con el Presidente estadounidense. A partir de ese momento Raúl frenó la aplicación de los acuerdos de modernización de la economía cubana. Fue notorio el desacelere al proceso de cambio, aún con la transformación del puerto de Mariel en una zona franca-una isla capitalista dentro de la mar socialista. Pero lo significativo de ese momento fue el distanciamiento entre los dos hermanos…y, por ende, entre las dos familias. En noviembre del 2016 a Fidel se le ocurre morir, habiendo logrado frenar el proceso de “normalización” con Estados Unidos pero sin haberle ofrecido al pueblo cubano una creíble alternativa para salir del estancamiento económico. Como dicen en Cuba, “ni picha, ni cacha ni deja batear”.
Su entierro fue el acto más deslucido y discreto del que se tenga memoria, tomando en consideración que Fidel Castro Ruz fue, más allá de amores y odios, una figura histórica mundial del siglo XX. A un año de su muerte, su recordación ha sido aún más discreta y deslucida. Y eso que Cuba sabe exaltar a sus héroes: José Martí y Che Guevara son reverenciados todos los días, a todas horas y en todos los rincones del país. El contraste con el trato dado a Fidel es notable. A Fidel y su descendencia.
Ahora gobierna plenamente Raúl y su familia. Además de Fidel, el hermano mayor, Ramón, también ha muerto. El hijo de Raúl, Alejandro, y su yerno y nieto, son las nuevas caras de la clase gobernante de Cuba. Aún con el próximo relevo de Raúl en la Presidencia del país, él y su descendencia seguirán dominando y dirigiendo al Partido Comunista y, probablemente, al aparato del Estado cubano. Ante este escenario de conflicto y exclusión en los más altos niveles de la burocracia política cubana, ¿había un futuro para Fidelito en Cuba? Podría especularse que, con deprimente audacia, decidió tomar su vida en sus propias manos.