Andrés Manuel López Obrador ha repetido hasta el cansancio que “la tercera es la vencida”, en referencia a su último intento por llegar a la Presidencia de la República. En 2006 y en 2012 perdió y alegó fraude electoral y un complot de la Mafia del Poder.
En este 2018 está, de nuevo, al frente de todas las encuestas, pero la historia ya nos demostró que eso no es suficiente. De hecho, la campaña aún no ha comenzado y muchas cosas pueden pasar.
Ahora, construyó un Dream Team con cinco personajes polémicos a quienes ya apodan Los Generales. Su misión será evitar el fraude electoral que ya vislumbra. Está claro que aunque encabeza todas las encuestas, el precandidato de Morena ya se montó -otra vez- en el discurso del fraude, a cinco meses de la elección. Eso nos confirma, como ya ocurrió en el pasado, que sólo aceptará el resultado si él gana. Es decir, esa película ya la vimos, y eso debería preocupar a sus seguidores y a su círculo más cercano.
El problema de Andrés Manuel se apellida López Obrador. Su historia política muestra episodios donde sus exabruptos le han causado daños irreversibles o difíciles de superar. Hay quien lo sigue considerando un peligro para México, a pesar de que ahora aparenta más serenidad y madurez. “Ya aprendió”, dicen algunos. Yo no podría asegurarlo.
En los últimos seis meses ha cometido excesos que dejan ver nuevamente su carácter intolerante y autoritario. Cuando algo le incomoda, pierde el balance.
El ejemplo más reciente ocurrió el pasado miércoles. De gira por Sonora, fue cuestionado por la prensa local sobre los resultados de la primera encuesta de preferencias electorales de El Heraldo de México 2018. Su respuesta fue visceral, inmadura, absurda e insistió en que lleva 15 puntos de ventaja. No sólo le dolió que el resultado de la encuesta de Suasor Consultores le diera apenas tres puntos de ventaja (25%) sobre Meade (22%) y cinco sobre Anaya (20%). Le ardió que la primera plana de El Heraldo de México con esos números circulara por todos lados. En los noticiarios más importantes de radio nacional se habló de ella. En la reaparición de Joaquín López-Dóriga con su nuevo programa en Televisa, la encuesta de El Heraldo de México fue tema central.
Lo que enfureció a López Obrador fue que la encuesta lo bajó del pedestal, y lo colocó como a alguien a quien se le puede ganar, otra vez. No le extrañe a usted que, en breve, AMLO califique a El Heraldo de México como parte de la prensa inmunda al servicio de la Mafia del Poder.
Ricardo Monreal, uno de sus ‘Generales cazamapaches’, me lo dijo en entrevista para El Heraldo Noticias.
No descarta el fraude, pero también reconoce el riesgo de cometer errores que le cuesten la elección a elección a López Obrador. Particularmente habló de ‘evitar el triunfalismo’ que parece ya flotar en el ambiente del equipo más cercano de Morena. Las campañas aún no empiezan, falta mucho por pasar, por decirse y por leerse. Eso deben saberlo bien Meade, Anaya y, principalmente, López Obrador. Aún no hay nada para nadie, como se concluye con la encuesta de El Heraldo de México
El coraje de AMLO
