El presidente Donald Trump inició ya de hecho su campaña de reelección para 2020.
Pese a su impopularidad, real y aparente, Trump mantiene una base de alrededor de 35 % del electorado estadounidense, la misma base que sirvió para su elección en 2016, cuando venció en el Colegio Electoral pese a perder en cuanto al voto popular directo.
De acuerdo con reportes de prensa, el mandatario anunciaría esta semana que buscará un nuevo término de cuatro años y, de hecho, aunque ya había participado en varias reuniones para la recaudación de fondos, su señal más clara fue el informe, el martes, de la designación de Brad Parscale como su gerente de campaña. Parscale fue el director de medios digitales en 2016 y su nombramiento tiene mucho más alcance del que parece. Es muy cercano a Jared Kushner, yerno y asesor de Trump, que está además en medio de un debate en torno a su acceso de seguridad en la Casa Blanca.
Pero el significado también es el nuevo panorama de la política de propaganda electoral: los viejos medios tradicionales -impreso, televisión, radio- están en retroceso y los medios digitales empiezan a usar el asiento del conductor.
Muy al margen de las consideraciones está la realidad de que la reelección de Trump es posible, si no probable. De acuerdo al menos con algunos especialistas, la popularidad del mandatario está en el rango del que han arrancado otros presidentes para buscar la reelección.
Si se asume un índice de 30%, tiene que ganar otro 18% y explotar las evidentes divisiones demócratas. En un artículo publicado en el semanario del medio especializado politico.com, el ex escritor de discursos de George W. Bush, Matt Latimer, estimó que Trump "está en camino de ganar la reelección", y precisó que "ha reducido impuestos; revocado regulaciones; hizo retroceder al Estado Islámico... La economía y el mercado bursátil zumban de nuevo a pesar de la reciente agitación".
El augurio es ciertamente a muy largo plazo: a casi dos años y medio de la próxima elección, suena por lo menos temerario, pero no necesariamente imposible.
Trump ganó la elección de 2016 pese a ser más impopular que la demócrata Hillary Clinton, en lo que pareció un concurso de negativos. Obtuvo la victoria gracias a la formulación del Colegio Electoral, que asigna a cada estado tantos votos como la suma de su delegación en el Congreso Federal. Los demócratas tienen algo que decir, pero a pesar de que cuentan con una ventaja aparente, enfrentan divisiones que pueden torpedear sus esperanzas: la izquierda del partido está ansiosa por enfrentar a Trump y sus seguidores, pero sus propuestas podrían llevar a los demócratas hacia un extremo del espectro, lo cual a su vez ahuyentaría a votantes centristas. La posibilidad de que Trump logre otros cuatro años en la presidencia estadounidense, aún si perdiera otra vez la votación popular, es un escenario real.