Varsovia es una ciudad europea donde el presente se cruza dolorosamente con el pasado. Numerosos monumentos recuerdan la aniquilación del gueto establecido por los Nazis en Varsovia en 1943 y la destrucción de la capital polaca en 1944 por esos mismos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Caminando por las calles de esta ciudad es difícil quedarse callado cuando el tema de la responsabilidad por el Holocausto sigue incendiando las emociones entre polacos y judíos, y cuando los expertos en turno vociferan que Polonia intenta negar el Holocausto y manipular la historia.
El debate al respeto ha resurgido por una nueva ley aprobada en Polonia a principios de febrero. Esta ley castiga con hasta tres años de cárcel el uso de la expresión “campos de concentración polacos” — frecuentemente usada en medios de comunicación—, para referirse a los campos de exterminio de judíos establecidos durante la Segunda Guerra Mundial por los nazis en el territorio polaco bajo la ocupación alemana, y/o por acusar a Polonia por la complicidad con los crímenes de la Alemania nazi.
Con la nueva legislación el gobierno polaco intenta defender la buena reputación del país. No obstante, también se ha generado una crisis en la relación con Israel. Personalmente creo que sería mucho más fructífero reforzar la campaña informativa sobre Polonia como único país ocupado durante la Guerra que no colaboró con Hitler y que denunció el genocidio que estaban cometiendo los alemanes.
Polonia perdió en la guerra a seis millones de ciudadanos, la mitad judíos. Recordemos los informes de Jan Karski presentados a Roosevelt, frente a los que Occidente no hizo nada. Recordemos también a más de seis mil quinientos polacos reconocidos como Justos entre las Naciones por el instituto Yad Vashem por ayudar a los judíos a sobrevivir.
Es cierto que entre la población polaca de preguerra —igual que en toda Europa— existían actitudes antisemitas y que hubo polacos canallas que traicionaban a los judíos en la Guerra. Son conocidos casos de pogroms de la posguerra. Incluso en 1968 la política del gobierno comunista obligó a miles de los judíos polacos a salir del país. No obstante, de ahí a considerar a Polonia como un país corresponsable del Holocausto, hay un inmenso abismo.
Cada país tiene derecho a defender su reputación frente a las acusaciones de responsabilidad por el Holocausto. El método escogido por el gobierno polaco, que incluye esta ley, contribuyó a darle la visibilidad internacional al tema. Ojalá en nuestras valoraciones tomemos en cuenta toda la historia y no solamente sus fragmentos más convenientes.
Recuérdese que en los siglos XVI-XVII Polonia abrió sus puertas a los judíos expulsados de Europa Occidental y se convirtió en el lugar con más presencia judía, siendo el “paraíso para los judíos”, como ellos mismos lo nombraban. Hay una relación milenaria entre Polonia y la comunidad judía. Desafortunadamente, la memoria de algunas personas suele ser demasiado corta para apreciarlo.
POR BEATA WOJNA
Exembajadora de Polonia en México
@BeataWojna