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La asignatura pendiente

OPINIÓN

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Mientras que los indicadores económicos muestran un panorama estable, incluso positivo, hay otros datos que congelan cualquier optimismo. Dos mediciones internacionales, una de percepción de corrupción y otra sobre estado de derecho, muestran la debilidad estructural que arrastramos hace décadas y que nos impide alcanzar un desarrollo sostenido. La última entrega del Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional (www.transparency.org) nos ubica en el sitio 135 de 180 países, y 27 de 32 en el continente americano. Si bien el mal desempeño es generalizado (dos tercios de los países obtuvieron un promedio de 43/100 puntos), México cae año tras año. No obstante haber aprobado un sistema nacional anticorrupción (SNA), sólo alcanzamos 29 puntos de calificación. La clave radica en que establecer leyes e instituciones que promuevan mayor transparencia y rendición de cuentas en el sector público es un primer paso, pero el avance se da cuando efectivamente se sancionan los actos de corrupción detectados, como se ha hecho en Brasil, Ecuador y Perú. Por su parte, el Índice del Estado de Derecho 2017 elaborado por el World Justice Project presenta una fotografía similar (www.worldjusticeproject.org). México ocupa el sitio 92 de 113 países (y 25 de 30 a nivel región), por arriba de Turquía, Afganistán o Venezuela, pero lejos de Argentina (46), Colombia (72) o Filipinas (88) y a años luz de nuestros socios comerciales, Estados Unidos (19) y Canadá (9). Fallamos claramente en violencia e inseguridad, justicia civil y criminal. Tal parece que de las recurrentes crisis del pasado hemos sacado importantes lecciones acerca de los fundamentales económicos, pero seguimos siendo incapaces de aprender y corregir nuestro serio déficit de legalidad e institucionalidad. En este sentido, una luz al final del túnel es el capítulo anticorrupción acordado con Estados Unidos y Canadá en la pasada ronda de renegociación del Tratado de Libre Comercio. Aunque poco publicitada, la suscripción de compromisos en cuanto a mejores prácticas e integridad de gobiernos y empresas en los tres países puede alinear correctamente los incentivos y eliminar opacidad, uso político de la justicia e impunidad. Cuando pensamos en el mal humor social, en el mayor problema percibido por la gente, o en los ejes que definirán la elección del 2018, la corrupción ocupa las primeras  posiciones. Ello significa que tenemos una asignatura pendiente, que rebasa ideologías o colores partidistas. Y que el desempeño económico es una variable necesaria más no suficiente para el desarrollo del país y, en última instancia, para ganar los votos de la ciudadanía. La mirilla. En reunión con El Heraldo de México, el abanderado presidencial priista José Antonio Meade insiste que las campañas sí cuentan y todavía no empiezan. Tiene razón.