Uno pensaría que la principal tarea de un gobernador es, precisamente, gobernar. Pero no. O al menos no en Chihuahua. Javier Corral está más ocupado en la grilla, desviando la atención de los problemas que se desbordan en la entidad, y jalando el reflector para centrarlo en él y que no alumbre la ola de violencia que está fuera de control.
Corral, bueno para la arenga y hábil con la palabra, salió malo para gobernar. No es igual la comodidad de una curul y el parloteo en tribuna, que la responsabilidad de ser gobierno.
Se presume congruente, pero en realidad no deja de dar bandazos. Una cosa es lo que dice, otra lo que hace.
Se dice convencido de la libertad de expresión, pero cobija a su consejero Jurídico Maclovio Murillo Chávez, quien amenaza periodistas. “Mira, cabrón, si yo fuera el pinche puto secretario de Gobierno ya te hubiera chingado, pero no soy”, le dijo a un reportero.
Se dice creyente de la rendición de cuentas, pero puso el grito en el cielo porque no le dieron recursos que, de manera opaca negoció con la secretaría de Hacienda.
Se dice crítico de la presencia del Ejército en las calles, pero pide su ayuda para hacer frente a la violencia que se desborda en su estado, y defiende su presencia. “No podemos prescindir del apoyo de nuestras Fuerzas Armadas (…) su participación es necesaria”, dijo en el aniversario 104 del Ejército, en la Quinta Zona Militar.
Se dice defensor de los derechos humanos, pero su gobierno tiene una acusación de “tortura” que él buscó desvanecer negociando en Gobernación en una reunión la semana pasada.
Se dice convencido de la transparencia, pero ocultó a la familia de la periodista Miroslava Breach, asesinada el año pasado en Chihuahua, la carpeta de investigación sobre el crimen y se aprestó a cerrar un caso sin despejar dudas.
Se dice creyente de la necesidad de Fiscalías autónomas e independientes, pero tira línea al Fiscal general de ejecución de penas y sentencias de Chihuahua sobre trasladar o no a presuntos a una u otra cárcel, de acuerdo a la conveniencia política de los casos, como el de Alejandro Gutiérrez.
Se dice austero y transparente, pero nadie sabe cuánto cuesta ni quién paga los camiones y comida de las cientos de personas que viajan en la ‘Caravana por la Dignidad’ y que salió hace trece días de Chihuahua rumbo a CDMX. Tampoco transparenta de dónde se financian los actos que, en el camino, organizan quienes vendrán a la capital a protestar contra el gobierno federal.
Dijo que solo acompañaría a la Caravana los fines de semana para “no descuidar” sus labores, pero el miércoles estuvo en horario laboral, en Nayarit, encabezando un evento político de la misma.
Todo sería anécdota, si no fuera porque Chihuahua es la quinta entidad con más homicidios del país: mil 288 (SNSP). En 2017, los asesinatos crecieron 39% en comparación con 2016. Según ONU-Mujeres, tiene dos de los municipios con más feminicidios en México: Juárez (3) y Chihuahua (6).
Pero Corral anda en otra cosa. Ocupado en la grilla, desviando los reflectores, mientras los chihuahuenses esperan que su gobernador se ponga a gobernar.
-Off the récord
Dos meses tenían afinando estrategias, y mapeando el territorio. Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard, de vuelta al ruedo.